Se mostró especialmente emocionada Anna Valereva Dulceva, la mujer que había sido descubierta en Eslovenia usando un pasaporte argentino falso, quien se fundió llorando en un abrazo con el jefe del Kremlin, que le regaló un ramo de flores en presencia de sus dos hijos. La acompañaba su marido, Artem Viktorovic Dulcev, quien junto a su esposa se declaró culpable de los cargos de espionaje y falsificación de documentos.
Valereva Dulceva y Viktorovic Dulcev vivieron en la Argentina y tuvieron dos hijos como parte de una estrategia diseñada por el servicio secreto del Kremlin. Con nombres falsos (Maria Mayer y Ludwig Gisch) llegaron en 2017 a Liubliana, capital eslovena, con sus dos hijos pequeños. Sus vecinos los definieron como una familia “normal y agradable”. Se desconoce cómo habían obtenido los pasaportes argentinos.
Los ocho presos fueron recibidos con honores de Estado, ya que a la salida del avión les esperaba la guardia de honor y una alfombra roja en su camino al edificio del aeropuerto. Al acto también asistió Serguéi Narishkin, el jefe del Servicio de Espionaje Exterior, y Andréi Beloúsov, ministro de Defensa ruso.
El FSB confirmó la liberación de los ocho rusos encarcelados en países de la OTAN, a cambio de 15 rusos y extranjeros que cumplían penas en prisiones de este país, y un ciudadano alemán condenado a muerte en Bielorrusia.
Seguidamente, Putin indultó a trece de los dieciséis presos entregados por Rusia y Bielorrusia a los países occidentales, entre los que figuraban tres estadounidenses -entre ellos el periodista de The Wall Street Journal, Evan Gershkovich-, cinco alemanes y ocho rusos, en su mayoría activistas y opositores.
La lista de indultados no incluyó a tres ciudadanos alemanes que sí fueron liberados: Rico Krieger, que fue indultado esta semana por el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko tras ser condenado a muerte por terrorismo; y German Moyzhes y Patrick Schoebel, a los que la Justicia rusa nunca llegó a condenar formalmente por alta traición y narcotráfico, respectivamente.