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Derrota en Diputados, caos en el bloque libertario y una denuncia por violencia de género

Las bancadas opositoras, incluido el PRO, lograron el quórum y votaron en contra del DNU de Javier Milei. Tras la votación estalló el oficialismo. Hubo gritos, amenazas y una denuncia por violencia de género de la diputada Lourdes Arrieta contra su compañero de banca Guillermo Mayoraz.

Con una mayoría opositora aplastante, la Cámara de Diputados rechazó el DNU que le otorgó 100 mil millones de pesos a los fondos reservados de la SIDE y le asestó, por segunda vez consecutiva, un golpazo al gobierno nacional. Fueron 156 votos a favor del rechazo del decreto de Javier Milei y solo 52 votos en contra y 6 abstenciones. La Libertad Avanza quedó aislada: solo los diputados oficialistas y un puñado de radicales mileístas y bullrichistas lo respaldaron, el resto, en cambio, votó en contra del DNU. Incluido gran parte del PRO que, con el visto bueno de Mauricio Macri, decidió salir a diferenciarse del gobierno nacional. El mensaje del expresidente tenía un destinatario claro: Karina Milei y Santiago Caputo. Minutos después del nuevo traspié, el bloque oficialista quedó envuelto en un caos total: reproches internos, gritos, amenazas y una denuncia por violencia de género de la diputada Lourdes Arrieta contra su compañero de banca Guillermo Mayoraz.

Derrota en el recinto
Pese a las presiones, operaciones y llamadas de Casa Rosada para bloquear la sesión, Nicolás Massot, junto a Unión por la Patria y una parte del radicalismo más díscolo, logró conseguir quórum y volteó el DNU que incrementó de manera inédita los fondos reservados de la SIDE. La noche anterior, la UCR ya había anticipado que la mayoría del bloque daría quórum, pero ni Massot, Emilio Monzó u Oscar Agost Carreño – quienes controlaban el poroteo de parte de Encuentro Federal – respiraban tranquilos. Esa mañana se habían desayunado la noticia de que los cordobeses que responden a Martín Llaryora no darían quórum: el gobernador había llamado, presionado por Casa Rosada, y ni Alejandra Torres – que había firmado el pedido de sesión – estaba en condiciones de bajar al recinto.

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La misma situación se había vivido con todos los diputados que responden a sus gobernadores, los peronistas incluidos. Ni los santiagueños ni salteños ni misioneros dieron quórum, aunque en Unión por la Patria – que también había hecho su propio trabajo para contener y sumar otras voluntades – se mostraban satisfechos: «Nosotros teníamos que hacer control de daños y lo logramos, estamos menos rotos de lo que algunos creen», deslizaban en la bancada, aludiendo a los rumores de que los catamarqueños que responden a Raúl Jalil podrían irse de UxP.

La oposición, sin embargo, terminó haciéndose con 130 diputados para dar inicio a la sesión a los 15 minutos de que sonara la chicharra. Habían bajado los radicales de la línea Facundo Manes, los de Evolución y los sin tierra. Solo Rodrigo de Loredo – de viaje por Estados Unidos – y los mendocinos de Alfredo Cornejo se resistirían. Hasta Miguel Ángel Pichetto y Ricardo López Murphy darían quórum. Pero el verdadero zarpazo final para el oficialismo sería el desembarco de los diputados del PRO. Álvaro González – mano derecha de Horacio Rodríguez Larreta – había sido uno de los primeros en llegar. Y Sofía Brambilla y Héctor Stefani fueron las presenciales finales que definirían, finalmente, que había quórum.

El número del rechazo, la resistencia del oficialismo
El DNU de Inteligencia se rechazaría, finalmente, con 156 votos a favor – a favor significaba rechazo-, 52 en contra y 6 abstenciones. Entre los votos positivos habría unos 89 de UxP –los otros 10 estarían ausentes–, 22 de la UCR –los de Manes, como Pablo Juliano; los de Martín Lousteau, como Danya Tavela o Carla Carrizo, Karina Banfi, Martín Tetaz; los que responden a Emiliano Yacobitti, como Gabriela Brouwer, entre otros–, 12 de Encuentro Federal –solo los cordobeses no acompañarían–, los 6 de la Coalición Cívica y 5 del Frente de Izquierda. El verdadero bombazo, sin embargo, fue el acompañamiento de, por un lado, las oficialistas Carolina Píparo y Lorena Macyzyn, y, por el otro, del PRO.

La decisión de casi todo el PRO de respaldar el rechazo del DNU de Inteligencia de Milei había sido una sorpresa. Minutos antes de que se llevara a cabo la sesión, Mauricio Macri había encabezado un Zoom con una mesa ampliada del partido –se encontraban Cristian Ritondo, los gobernadores Rogelio Frigerio y Nacho Torres, Diego Santilli, entre otros– en donde había enviado el mensaje de sumarse a la embestida del gobierno. La mayoría del PRO acató la directiva: un total de 20 diputados –entre los que se encontraban María Eugenia Vidal, Silvia Lospennato, Martín Yeza y el propio Santilli– terminaron colaborando para hundir, con una mayoría nunca antes vista, el DNU del gobierno libertario.

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El caos total
La segunda derrota parlamentaria de La Libertad Avanza en menos de 24 horas (la anterior fue la designación del senador Martín Lousteau al frente de la Bicameral de Inteligencia) agregó picante al caldo de cultivo que se venía cocinando tras la visita de diputados a represores. Esa a olla a presión terminó por explotar en la reunión del bloque libertario de la Cámara baja. Hubo de todo: gritos, llantos, amenazas y el retiro de una diputada -Lourdes Arrieta- con los custodios de seguridad.

Todas las versiones de la historia coinciden en el inicio. Los legisladores de La Libertad Avanza hicieron un careo tras la sesión parlamentaria. Fue en uno de los despachos, en donde revisaron la frustrada estrategia frustrada, ya que no solo se consiguió el quórum para voltear el DNU, sino que tampoco pudieron articular junto con los «aliados» del PRO y la UCR algunos repudios que tenían en carpeta. Allí apuntaron contra Rocío Bonacci y Lourdes Arrieta, al acusarla de haberse sentado al momento en el que la oposición buscaba el quórum.

Pero eso fue, apenas, la picada. Porque el plato fuerte llegó después. Otra vez los reproches estuvieron orientados contra ambas diputadas. Pero esta vez por sus declaraciones tras visitar a los genocidas de la última dictadura militar. Y quienes tuvieron la voz cantante fueron tres: Beltrán Benedit, Gabriel Bornoroni y Nicolás Mayoraz. Este último, según deslizaron algunos testigos del escándalo, recriminó a Arrieta haber ensuciado a Martín Menem no sólo en su descargo a la prensa sino en la denuncia judicial, donde confesó que las combis que llegaron al penal de Ezeiza fueron enviadas por el sector de ceremonial a cargo del presidente de la Cámara de Diputados. Eso no fue lo único que contó la dipu-patito: dejó al descubierto cómo funciona el grupo de amigos de los genocidas que pretenden que vuelvan a sus casas.

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Y en medio del reproche, el caos. Arrieta estalló en llanto -aparentemente por no tener la palabra- y empezaron los gritos. Del otro lado, insistían en que fuera expulsada del bloque. Rondando por los pasillos del Congreso estaba José Bonacci, padre de Rocío, y un siempre presente en manifestaciones filonazis. Entró como una tromba cuando escuchó gritos y creyó que los diputados libertarios estaban apuntando contra su hija, otra de las que se intentó despegar de la cumbre con represores de la calaña de Alfredo Astiz o Adolfo Donda. También se hizo presente el abogado de Arrieta, Yamil Castro Bianchi, quien describió que a Arrieta no la «dejaban salir». «Menem es un cagón», aseguró.

La cosa siguió escalando hasta llegar a la Justicia. Al salir del Palacio legislativo, Arrieta fue a radicar una denuncia por violencia de género contra su compañero Guillermo Mayoraz.

Por suerte, para apaciguar las aguas, apareció Lilia Lemoine. Ante la prensa, a la salida del Congreso, la expeluquera de Milei dijo que lo que vio fue «un escándalo hecho por la diputada con los patitos en la cabeza». «Es una desequilibrada», diagnosticó.

Así, finalizó el capítulo del día de ayer, pero la novela seguirá. El futuro del DNU 256 depende, ahora, del Senado, que este jueves sesionará para tratar el aumento de las jubilaciones que, de aprobarse, significaría la tercera derrota consecutiva para Milei en una sola semana.

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