El temor brasileño no sólo es que se despierte Messi, sino los recuerdos del 7 a 1 alemán: que Argentina, en la misma y en la misma cancha, le pegue otro cachetazo histórico.
“El rival, el dilema”. El título del diario O Globo es un testeo de sensaciones. Brasil se prepara para otra batalla en semifinales en su propia casa que tiene reminiscencias con el Mundial de hace cinco años. Es innegable. Misma instancia, mismo estadio, mismo temor. Que otro peso pesado, que otro adversario histórico, acaso el más histórico de todos, le saque a la Verdeamarela la posibilidad de otra final en el Maracaná, justamente lo que sucedió en 2014. El rival es Argentina y el dilema, claro, no es del todo futbolístico: es lo que este clásico encierra como ningún otro juego. Por eso la preocupación es el posible despertar de Messi en una Copa América en la que el 10 no apareció en todo su esplendor, pero fundamentalmente, es no volver a besar la lona, con lo que costó recuperarse del desastre alemán.
“Perder otra vez en el Mineirao, como fue el 7 a 1 y encima ahora con Argentina, sería durísimo para los brasileños. Por eso hay una preocupación grande con este partido”, dice Danilo Lavieri, periodista de UOL Brasil. No es una opinión particular. Es una sensación general que luego se mete directo en la sala de conferencia de Cidade do Galo, la concentración argentina durante el Mundial 2014, y el búnker brasilero en la previa a este clásico. La selección de Tite muestra buen clima, pero no hay alegría desbordante. La presión está latente. Y el rival incomoda. “Porque tiene al mejor del mundo y porque Argentina es Argentina”, acepta Thiago Silva.
Igual, no sólo es Messi. Es Messi y las obligaciones. “Sí, la presión la tenemos nosotros por jugar en casa”, admite Gabriel Jesús.
Aunque luego intenta pasarle la pelota a dos de sus compañeros del City, Agüero y Otamendi. “Pero Argentina también tiene sus responsabilidades, es un clásico, el mayor clásico del mundo a nivel selecciones”, agrega. Es eso. Ni más ni menos: perder contra la camiseta celeste y blanca sería perder contra el mayor rival posible, caer derrotado en ese partido que el delantero define como “el más importante de su vida”.
En eso la Selección de Messi es más que Alemania. Sólo en eso. “Sería otro desastre”, se escucha entre los periodistas locales. Porque además, como si fuera poco, la Verdeamarela ganó todas las Copas Américas que organizó en casa. Fueron cuatro: 1919, 1922, 1949 y 1989. Recién en esa última, en el Maracaná, se sacó un poco la espina de 1950: derrotó a Uruguay y se consagró. Ahora quiere tomarse revancha de lo que no sucedió en 2014.
Afuera, la pica se potencia. Muchos dicen que este partido reemplaza la final que no se jugó justamente por el 7 a 1 alemán. La Selección de Messi y Sabella llegó y Brasil quedó en el camino, todo machucado. Por eso, muchos hinchas no pueden entender el “Brasil decime qué se siente…”, que remite a una Copa del Mundo que la Argentina perdió. Por eso, quieren borrar también el “tener en casa a tu papá”. De lo contrario, seguirá siendo un cantito que les moleste todavía más. Y que se extienda por un largo tiempo con argumentos…
Fuente: Olé
