Con el respaldo de Karina Milei, que asistió a la sesión, el oficialismo celebró la continuidad del linaje menemista. La primera vicepresidencia quedó para Cecilia Moreau (UxP) y la segunda para Silvia Lospennato (PRO).
Bajo el ojo atento de «El Jefe», Karina Milei, el riojano Martín Menem logró reelegir como presidente de la Cámara de Diputados. Rodeado de la juventud libertaria -línea karinista- que aplaudía en los palcos, Menem consiguió el número para continuar conduciendo la Cámara baja. Pese al malestar generalizado por la suspensión del debate del Presupuesto y el boicot oficialista a la sesión por Ficha Limpia, casi todo el recinto, directa o indirectamente, respaldó su continuidad. Solo Unión por la Patria y la izquierda se abstuvieron. El oficialismo llegó a celebrar, aliviado, antes de que comenzara el runrún de especulaciones sobre el monotema que se escuchaba en los pasillos: la detención del senador entrerriano Edgardo Kueider, aliado de La Libertad Avanza.
Los jóvenes libertarios empezaron a llegar desde temprano a los alrededores del Congreso, a la espera de colmar los palcos y celebrar, con chiflidos, aplausos y cantos, el triunfo de uno de los principales referentes de su espacio. Allí estaba Juan Boutet, conocido como «el Niño Brócoli» y toda la Juventud libertaria «oficial» de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, la Juventud que comanda Karina Milei y auspicia toda la familia Menem. «El Jefe» llegaría poco después para ubicarse en el palco central junto al vocero presidencial Manuel Adorni, su candidato a competir para senador por la Ciudad de Buenos Aires el año próximo. Su presencia no pasó desapercibida y, una vez comenzada la sesión preparatoria, hacia ellos se dirigieron la mayoría de los reclamos opositores: la traba del debate del Presupuesto 2025, los insultos presidenciales al Congreso, el desfinanciamiento a las universidades, entre otros.
El oficialismo, sin embargo, estaba tranquilo. En la reunión con jefes de bloque, Martín Menem se había asegurado que tendría el quórum y el apoyo para reelegir como presidente de la Cámara de Diputados. El radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre había terminado aceptando que la tercera vice presidencia quedara en manos de Julio Cobos, que aún integra la UCR conducida por Rodrigo de Loredo, y, con ese gesto, se había terminado de destrabar el último escollo. La primera vicepresidencia quedaría en manos de Cecilia Moreau (UxP) y la segunda en manos de Silvia Lospennato (PRO).
UxP, mientras tanto, había acordado que se abstendría en la votación. Algunos diputados, los más enojados, exigían el rechazo, mientras que otros pedían acompañar, casi a modo de gesto por el fracaso de la sesión por Ficha Limpia digitado desde Casa Rosada. Pero, finalmente, se tomó la decisión salomónica de abstenerse, y así se lo informó Germán Martínez a Menem antes de la sesión. El riojano ya podía respirar tranquilo.
Cantos, pases de factura y el fenómeno Kueider
Una vez comenzada la sesión, uno de los primeros en tomar la palabra fue Germán Martínez. Aprovechó para echarle en cara al riojano el incumplimiento de los acuerdos políticos. «Un año atrás aprobábamos una resolución que sostenía que las comisiones se iban a conformar con sistema D’Hondt. ¿Sabe qué hizo el presidente Menem con esa resolución?», inquirió el titular de la bancada peronista y rompió una hoja de papel. «No solo no cumplió con su palabra. Vino la Ley Bases y la mandaron a tres comisiones, cuando a la de Ludopatía la mandaron a cinco. Eso es arbitrariedad. Pedimos sesiones especiales por el DNU 70 que no fueron convocadas. Prestaron vehículos para ir a visitar genocidas a Ezeiza. Reprimieron diputados y no hubo solidaridad. Ni que hablar el trato a los trabajadores de esta cámara», enumeró Martínez, mientras Menem, que estaba sentado en una banca, miraba el celular.
Luego fue el turno de Cristian Ritondo (PRO), el dirigente que Mauricio Macri siempre quiso poner en la silla que hoy ocupa Menem. «Vamos a acompañar la presidencia por responsabilidad institucional porque les ha tocado un año muy dificil con un bloque no grande», sostuvo, sucinto, Ritondo. No dijo mucho más, buscando trasmitir así la disconformidad de parte del PRO con las ausencias libertarias en la sesión por Ficha Limpia.
Rodrigo de Loredo, en cambio, fue mucho más condescendiente. Celebró la reelección de Menem como si fuera uno propio. «Quiero desearle éxito y poner nuestra voluntad constructiva para que el país salga adelante», lo felicitó el radical cordobés que, sin embargo, aprovechó para exigirle al gobierno que constituya la AGN y le diera una de las sillas a Mario Negri.
De vez en cuando, algún diputado mencionaba a Adorni y Karina y los funcionarios se reían y saludaban desde el palco. El momento más álgido llegó, sin embargo, cuando intervino la diputada del Partido Obrero, Vanina Biasi. «Cuál es la finalidad de escuchar a este payaso que tenemos como vocero presidencial…», empezó a disparar cuando, desde los palcos, la interrumpieron con chiflidos, gritos y cantos que coreaban «Adorni, Adorni, Adorni».
Sobre el final, Menem tomó la palabra, preocupado por desmentir la acusación que lo desvela: la del pacto espurio con el peronismo para voltear Ficha Limpia. «Esta última semana hubo especulación que para continuar en el cargo hubo un acuerdo entre oficialismo y oposición. Es absolutamente falso y constituye una falta de respeto a la libre representación de todos los legisladores», sostuvo, e insistió en que su voluntad «reglamentarista» lo llevaba a haber suspendido la sesión: «Desde algunos sectores políticos me han criticado por la rigurosidad por el tiempo de espera de 30 minutos para esperar que haya quórum. Aplicar el reglamento a rajatabla es la única manera de preservar el principio de igualdad», insistió.
Fue una sesión breve que Menem esperaba que fuera la última de este año: el riojano no esconde que no es partidario de que Milei convoque extraordinarias. Era el gran día del riojano, que hace semanas poroteaba ansioso su reelección. Y, sin embargo, la detención del senador Edgardo Kueider en la frontera de Paraguay con 200 mil dólares era de lo único que se hablaba en la Cámara de Diputados. En el peronismo, incluso, celebraban entre risas la noticia de que «el traidor» que se había alineado detrás de Santiago Caputo y Casa Rosada hubiera terminado así. La fiesta de Menem había pasado a un segundo plano.
PÁGINA 12