El despliegue ocurre en un momento de máxima tensión bilateral, ya que esta operación ya se cobró por lo menos 83 muertos en ataques a 22 embarcaciones venezolanas señaladas como transporte de drogas ilegales. Hay riesgo de un ataque inminente.
En el Caribe hay desplegados unos 15.000 efectivos estadounidenses, una cifra que marca la mayor concentración militar en la región desde la invasión militar a Panamá en 1989. Este contingente incluye el Grupo de Ataque del portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford, tres destructores con capacidad de lanzar misiles, un submarino de ataque de propulsión nuclear y al menos diez cazas furtivos F-35 con base en Puerto Rico. Estas fuerzas se enmarcan en la Operación Lanza del Sur (Southern Spear), que Estados Unidos presenta como orientada a combatir el narcotráfico y Venezuela interpreta como una amenaza a su soberanía.
El despliegue ocurre en un momento de máxima tensión bilateral, ya que esta operación ya se cobró por lo menos 83 muertos en ataques a 22 embarcaciones venezolanas señaladas como transporte de drogas ilegales. El sábado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump advirtió a través de la red social Truth: «A todas las aerolíneas, pilotos, narcotraficantes y traficantes de personas, por favor consideren que el espacio aéreo sobre y alrededor de Venezuela está cerrado en su totalidad». Esto fue interpretado como una amenaza de ataque militar aéreo. Seis aerolíneas internacionales suspendieron sus vuelos desde y hacia Venezuela.
Este domingo, Trump confirmó a la prensa que había hablado por teléfono con Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, en los días anteriores. Según el mandatario estadounidense, la llamada no salió «ni bien ni mal». El New York Times asegura que la llamada ocurrió unos días antes de que elevaran el Cartel de los Soles a la categoría de amenaza internacional, lo que le brinda a Estados Unidos una excusa legal para sus acciones militares contra Maduro. Fuentes como The Guardian y el Miami Herald indican que la comunicación le habría dado un ultimátum a Maduro para renunciar inmediatamente y ofrecerle paso seguro a él, su esposa y su hijo, a cambio de su salida inmediata del poder, en medio de presiones militares crecientes en el Caribe, pero Maduro rechazó la oferta y demandó una «amnistía global». Por eso, las tensiones siguen escalando, y no se descartan ataques aéreos, navales ni terrestres.
Cuál es el recuento del despliegue militar estadounidense en el Caribe
Según un detallado informe publicado por la ONG Center for Strategic and International Studies (CSIS), las fuerzas armadas de Estados Unidos llevan desplegados unos 15400 efectivos en la región, distribuidos entre las bases terrestres de Puerto Rico, Guantánamo y las Islas Vírgenes y el personal de buques que navegan por el Caribe. Es un número enorme para el fin declarado de combatir el narcotráfico.
El portaaviones USS Gerald R. Ford, enviado al Caribe a principios de noviembre, duplicó el número de efectivos al sumar su grupo de combate completo, de unas 7500 personas. También hay dos destructores clase Arleigh Burke (USS Winston S. Churchill y USS Jason Dunham); un crucero lanzamisiles clase Ticonderoga (USS Normandy) y un buque anfibio LPD (USS Mesa Verde) con contingente de marines.
Se cuentan también importantes recursos de la fuerza aérea: cuatro bombarderos estratégicos B-52H que operan desde bases en el continente, pero asignados a la campaña caribeña; doce aviones de patrulla marítima P-8A Poseidon; 8 drones MQ-9 Reaper armados y alrededor de 200 misiles de crucero Tomahawk disponibles en los buques de superficie. El alcance de estos misiles permite impactar cualquier punto de Venezuela desde aguas internacionales seguras, lejos de las defensas costeras venezolanas. Algunos analistas interpretan que la Armada de Estados Unidos utiliza estas plataformas para enviar una señal a Maduro y a sus aliados geopolíticos, como China y Rusia.
El componente aéreo incluye diez cazas furtivos F-35 Lightning II desplegados en Puerto Rico. Expertos señalan que el F-35 es un avión diseñado para penetrar defensas aéreas sofisticadas, como los misiles S-300VM y Buk M2E que opera Venezuela. El uso de aeronaves de quinta generación es inconsistente con una simple misión de interdicción marítima contra lanchas de narcotráfico, e induce a pensar que la planificación militar estadounidense contempla la neutralización de la defensa aérea venezolana, un paso inicial necesario en una acción ofensiva. Los F-35 basados en Puerto Rico operan al límite de su alcance de combate y requieren reabastecimiento aéreo, algo que fue detectado en la isla.
Cronología de la escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela
La actual crisis estadounidense-venezolana tuvo su inicio a finales de agosto. Washington había firmado una directiva que autorizó el uso de la fuerza militar contra carteles de drogas hispanoamericanos designados como organizaciones terroristas. Esta acción se complementó con el aumento de la recompensa ofrecida por la captura de Nicolás Maduro a 50 millones de dólares, acusado de narcoterrorismo. El primer golpe militar público ocurrió el 2 de septiembre, cuando Estados Unidos atacó una lancha que transportaba drogas y mató a once personas.
La presión estadounidense incluye movimientos estratégicos de inteligencia cercanos al territorio venezolano. El gobierno de Trinidad y Tobago autorizó la instalación de un radar militar estadounidense en la isla de Tobago, a pocos kilómetros de la costa. Aunque el proyecto se presentó como una mejora de la vigilancia antinarcóticos, el sistema G/ATOR (Ground/Air Task Oriented Radar) tiene la capacidad de vigilancia aérea, detección de misiles y contra-batería. Este radar permite a Estados Unidos monitorear el espacio aéreo venezolano de baja altitud y los movimientos militares.
Nicolás Maduro respondió anunciando el despliegue planificado de más de 4,5 millones de milicianos y soldados en el país. Venezuela calificó la presencia militar estadounidense como una amenaza. Además, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana realizó ejercicios militares y su ministro de Defensa elevó los niveles de alerta militar, poniendo el arsenal operativo. Los F-16 venezolanos sobrevolaron un buque estadounidense el 4 de septiembre como una demostración de fuerza. Esta movilización se interpreta como una disuasión asimétrica, buscando aumentar el costo potencial de una ocupación en caso de intervención, pero insuficiente para detener al ejército de Estados Unidos si Trump decide ordenar una invasión.