El actor Pablo Cruz y Roberto Gómez Fernández, hijo de Roberto Gómez Bolaños, hablan de lo que significó su viaje al genio creativo de Chespirito y a un perfil sobre su persona más allá del personaje: «Buscamos una comprensión más profunda, cercana y emotiva de quién fue ese hombre.”
Tenía que ser el Chavo del 8. O quizá fue el espíritu de Roberto Gómez Bolaños haciendo de las suyas cuando Pablo Cruz ya había sido elegido para interpretarlo en la biopic de ocho episodios Chespirito: sin querer queriendo (se emite por la plataforma Max). Durante la preproducción de la entrega , al protagonista le permitieron usar la remera original del pibe que vive dentro de un barril en una vecindad del Distrito Federal. La emoción de los presentes dio lugar al espanto cuando la remera hizo crack. Ese paso de slapstick bien le habría sacado una sonrisa al genial humorista mexicano. “Me dijeron que no me moviera, me pidieron que me quitara la playera y la volvieron a colocar en la vitrina. No fuera a ser cosa que siguiera lastimando el legado de Don Roberto”, cuenta Pablo Cruz entrevistado por Página/12.
Aunque basada en las memorias del propio Bolaños, Chespirito: sin querer queriendo intenta ir un paso más allá de las entregas de su clase. Obviamente está el repaso biográfico y las anécdotas imprescindibles como cuando el director de cine Agustín Delgado lo apodó Chespirito por ser un “Shakespeare chiquito» o el backstage del episodio del Chavo en Acapulco. «Ese capítulo es realmente de culto», opina el actor antes visto en Luis Miguel: la serie. Sin embargo, el relato no busca que sus movimientos estén fríamente calculados. Más bien busca condensar emoción –con buena dosis de nostalgia- en su viaje a la mente de unos de los artistas latinoamericanos más geniales del siglo XX. Quien entendió como pocos los giros idiomáticos del castellano, la cultura de la calle y la riqueza del lenguaje televisivo.
“Procuramos hacerle justicia contando la verdadera vida de Roberto Gómez Bolaños”, dice Roberto Gómez Fernández, hijo del comediante, productor y guionista de la entrega junto a su hermana, Paulina. Según el actor a cargo del papel, eso le dio al proyecto un carácter fraternal. “Tanto Paulina como Roberto querían presentar a su padre como alguien multifacético. Porque tienes este tremendo arcón profesional, admirado desde hace más de medio siglo; lo siguen emitiendo en muchas partes del mundo, por su valor social, familiar y cultural. Pero lo más importante era encontrar a la persona detrás del personaje”, explica el actor.
Chespirito: sin querer queriendo significó entonces revolver cajones emotivos y muy íntimos. “Paulina decía que ella y Roberto, su hermano, se ahorraron años de terapia porque estaban constelando. Los dos decidieron contar la historia de su papá, para tener una comprensión más profunda, cercana y emotiva de quién fue ese hombre”, dice un risueño Cruz, quien logra una actuación alejada de lo mimético y con un notable parecido con el amo y señor de la CH. Paradójicamente, Gómez Fernández no tenía al intérprete en su top 3 de candidatos. “Conocía su gran capacidad de actor, pero no lo veía desde lo físico. Y ése es un gancho para la audiencia. Además, Pablo tiene una voz más carrasposa. Pero en una audición lo vi vestido del Chapulín, todo arqueado, y dije “ah, sí conecta”. Fue paulatino. Una vez ya en el set, comprobé todo el carisma de Pablo en una secuencia que hacía de Roberto Gómez Bolaños, mi padre, no de Chespirito. Desde la pantalla vimos una expresión que ni él se debe haber percatado, una sonrisa medio nostálgica y con mi hermana tuvimos que tomarnos de la mano. “Ese es papá”, nos dijimos”, repasa Roberto Gómez Fernández.
-¿Cómo ha sido partir de un personaje tan mítico? Partiendo de que cada quien tiene su propio recuerdo de los personajes de Chespirito.
Roberto Gómez Fernández: -Fue una enorme responsabilidad porque está el hombre y una obra cuya trascendencia es mundial. Hay millones de personas que lo han visto, lo siguen viendo, y le tienen mucho cariño. Eso es muy especial. En mi caso personal, al mismo tiempo habiendo sido él mi padre, parte importante era permitir que la gente conociera quién era Chespirito, quién era ese papá, ese hijo, esposo, compañero de trabajo, productor, compositor. La búsqueda era que este contenido tenga impacto y sea de gran nivel visual. Partiendo de la base de que debíamos elegir quién iba a ser Roberto Gómez Bolaños. Un hombre tan lleno de talentos tenía que ser interpretado por alguien de su estatura.
Pablo Cruz: -Me hubiese gustado tener las habilidades futbolísticas de Roberto Gómez Bolaños (risas). Era una persona muy hábil a nivel motriz. Yo no lo soy, de hecho soy algo torpe, así que traté agarrarme de ello para dar lugar a ese estilo de humor.
-“No es torpeza, es comedia en potencia”, se dice en el primer episodio.
P. C.: – Exactamente. Para mí este proyecto ha sido pura magia. Siempre me llamó lo específico y complejo de su obra con personajes como el Chavo. Cómo logró reflejar sistemas y comportamientos sociales tan particulares y distintos a partir de la vecindad. Allí ves todo el sistema de jerarquías, su profunda humanidad, y eso es lo que nos hizo conectar a tantas personas con su trabajo.
-La serie logra mezclar su vida personal pero dotándola de cierta fantasía, al estilo de lo visto en películas como El gran pez de Tim Burton y Chaplin de Richard Attenborough. ¿Notan esa conexión?
R. G. F.: -Es muy lindo que se identifiquen esos elementos. La inspiración de Roberto desde cuando era muy joven, incluso cuando era ingeniero civil, era un gran seguidor de Chaplin, el Gordo y el Flaco, y Buster Keaton. Mi padre decía que Chaplin era sorprendente por lo ingenioso, pero Keaton lo hacía descomponerse de la risa. La fisicalidad fue algo que tomó de esos comediantes. Empezó como escritor, una vez ejecutó una caída y de ahí en más no paró.
-¿Por qué creen que Chespirito sigue teniendo muchísimo suceso, cuando el humor blanco va a contramano de esta época tan cínica?
P. C.: -Yo creo que precisamente las nuevas generaciones no lo ven con los mismos ojos, pero captan su mensaje. De ahí la genialidad de Roberto. La percepción es la que evoluciona, pero el mensaje es el mismo, sigue siendo muy poderoso. La conectividad que tenía con esa compañía de comediantes e inadaptados era impactante. Crearon algo muy especial en conjunto desde la autoría y la pluma de Roberto. Ese resultado nos sigue atrapando por el histrionismo y la genialidad de esos programas. Así lograron sacarnos las risas.
R. G. F.: -Estamos contando la historia de una vida real, que tuvo un gran impacto; sería el equivalente a un pintor, un músico clásico, o un gran científico. Y de allí los vinculamos con su entorno. Por eso es que no es que replicamos lo que se vio en el Chapulín o el Chavo, son pinceladas de lo que sucedía, lo importante es mostrar a Roberto, lo que hizo para llegar a eso. Y su época.
P. C.: -Los programas ya los miramos todos. Es obvio que lo admiramos y valoramos su legado. Por eso estamos haciendo la serie. Sin embargo, hubiera sido un error recrear aquello que fue tan transgresor y original. Es un homenaje, claro, pero aquí lo revaloramos por su genio, sus luchas internas, sus dudas, sus momentos de conflicto e invertidumbre al crear sus personajes.
-¿Cuándo fue que dijiste “tengo el personaje”?
P. C.: -Obviamente tenía mis dudas porque no se trata de un simple personaje de ficción, sino que fue alguien real y, además, uno de los íconos mexicanos. Creo que fue en esas pruebas de vestuario, en la que Roberto y Paulina me dejaron usar la playera original del Chavo del 8. En cuanto me la puse vi que la cara de Roberto y Paulina se transformó. Yo veía las capas tan profundas del personaje, ellos como familia y creadores estaban muy al tanto de aquello, obviamente. Fue en esas respuestas de la familia que tomé confianza.
-¿Cuál de todas las frases del arcón de Chespirito es tu favorita?
P. C.: -Últimamente venía diciendo mucho “que no panda el cúnico”. En estos días, sin embargo, tengo muy presente “lo sospeché desde un principio”. Para mí el Chapulín Colorado encarna todo lo genial que era Roberto. Es por lejos mi personaje favorito. Esa sobreconfianza contrastante con su torpeza. Esa idea de que el heroísmo no consiste en tener miedo, sino en superarlo. Y que ese humor cuadrase tanto con todos los latinos. Sabernos que somos capaces con nuestro ingenio. Ser héroes a pesar de todo. Es una filosofía realmente de avanzada. Había mucha ironía en sus frases y por eso ya son parte de nuestro lenguaje y cultura.