Muchos tuvieron que volver a trabajar porque no llegan a fin mes. Otros hacen «changas» para sumar ingresos porque la jublicación dura hasta el día quince o viente. Los medicamentos, además, se volvieron impagables. Página/12 recogió relatos en primera persona del sector más empobrecido por el gobierno libertario.
Volver a trabajar, cerca de los 80 años, porque la jubilación mínima no alcanza para vivir. Hacer “changas” para sumar ingresos porque el haber jubilatorio dura, con suerte, hasta el día veinte de cada mes. Los medicamentos que antes eran gratuitos ahora hay que pagarlos un 40 por ciento y se consumen buena parte del presupuesto. Reducir las compras de lácteos, quesos y frutas. Los nueve meses de gobierno de Javier Milei son “un asalto a todos los derechos” de los trabajadores y de los más de cinco millones de jubilados y pensionados que cobran los haberes mínimos con bonos y soportan, en palabras de una jubilada docente, “un silencioso genocidio”. El veto presidencial que dejó sin efecto la ley de movilidad jubilatoria empeora la situación y muestra “el ensañamiento que tiene Milei con los más humildes y con la clase pasiva”, denuncian.
«La plata no dura nada»
Alberto Ramón Elías tiene 78 años y una jubilación mínima de 234.540,23 pesos, que con el bono de 70.000 asciende a 304.540,23. Trabajó toda su vida, desde los 17 años, como diseñador de moda y vendedor de telas de alta gama. Aprovecha el almuerzo para hablar con Página/12. Durante la pandemia decidió dejar de trabajar porque tenía miedo de viajar en el transporte público desde San Miguel, donde vive, en la casa que heredó de su padre, hasta el barrio de Once. “Tenía unos ahorros que había hecho en la época de los Kirchner y con eso pensé que me iba a alcanzar para vivir. Pero tuve que volver a trabajar. El dueño del negocio me llamó y me dijo que me esperaba. Cuando vi el negocio, mal presentado, le dije: ‘Señor, hoy son otras épocas las que estamos viviendo, usted no puede tener esto en la vidriera, hoy el ciudadano medio pelo para abajo ya no tiene plata, cayó en la pobreza, usted tiene que poner telas de alta gama para la gente que siempre va a tener plata’”. El dueño de la sedería aceptó la sugerencia de su empleado y las ventas aumentaron. “No podía seguir fundiendo los ahorros, así que este viejo jubilado tuvo que volver a trabajar”, revela Alberto y precisa que se jubiló “gracias a la moratoria de Cristina Fernández de Kirchner”. La jubilación le alcanza unos diez o quince días de los treinta o treinta y uno que tiene el mes. “Fíjese usted por qué uno tiene que volver a trabajar siendo jubilado. Esa es la verdad: la plata del jubilado no dura nada”.
Nunca imaginó Alberto que tendría que trabajar a los 78 años. “No le voy a faltar el respeto por educación, porque es el presidente de la nación, pero Milei es un cínico, un farsante, un hipócrita”, lo define este vendedor de telas de alta gama. “Milei está empobreciendo a la gente cada día más y no veo que pueda sacar este país adelante; es terrorífico lo que está haciendo con el pueblo trabajador y con el jubilado, que hoy no tiene para comprar remedios y antes se daba el lujo de hacer un viajecito porque tenía un pesito ahorrado”. Alberto se lamenta que con sus amigos tenían la costumbre de juntarse los viernes a cenar en una parrilla. “Hoy no nos podemos juntar; es prohibitivo y es muy triste llegar a esta edad y no poder vernos porque nos queda poco tiempo de vida”, comenta consternado.
Se acaba el tiempo del almuerzo para Alberto y tiene que regresar al negocio. Se despide con una anécdota y anticipa que cada vez que la relata llora. “Los sábados he atendido a chicas de quince años que venían a comprar la tela para el vestido con su mamá, su hermanita, su abuela. Cuando llegaba el momento de pagar, la abuela se adelantaba y me decía ‘déme la boleta a mí’. Y la hija se quejaba: ‘Mami, ¿sos loca? ¿Cómo vas a pagar la tela?’. Entonces la abuela le respondía: ‘Usted se calla. Yo soy la abuela’… Me emociono mucho porque eso no lo vi nunca más. Desde Macri hasta este farsante que está gobernando, nunca más vino una abuelita a pagar la tela para su nieta. Esa es la tristeza que tiene este viejo jubilado, la tristeza de ver cómo las abuelas ya no pueden darse el gusto de pagarle la tela del vestido de quince a sus nietas”, confiesa Alberto con la voz quebrada por la emoción.
«Los medicamentos aumentaron muchísimo»
Liliana Kunis tiene 70 años y vive en Ciudad Evita; está jubilada como docente de la provincia de Buenos Aires, después de 35 años de dar clases en el nivel inicial. Recuerda que empezó a trabajar en 1974, y aún sigue trabajando. Durante los últimos años en que ejerció la docencia estudió otra carrera y se recibió de abogada. “Soy la primera promoción de abogados de la Universidad de La Matanza”, afirma con orgullo esta jubilada que convive con su pareja, también jubilado. “Entre los dos llegamos a fin de mes porque no tenemos que pagar alquiler, sin embargo debimos dejar de realizar gastos extras como paseos o alguna comida fuera de casa, racionamos cantidad de lácteos y también quesos y frutas”, detalla Liliana cómo cambió su economía doméstica en el último tiempo. Los medicamentos son el talón de Aquiles de los adultos mayores. “Tengo IOMA y es la misma situación que en PAMI, medicamentos que hasta hace dos meses no abonaba nada ahora tenemos que pagarlos un 40%, y como los medicamentos aumentaron muchísimo, se llevan gran parte del presupuesto mensual”, confirma.
Roberto Plá es uno de los hijos de Norma Plá, esa luchadora infatigable que se movilizaba todos los miércoles frente al Congreso, la mujer más emblemática de la resistencia contra el ajuste de los años 90. Norma nunca tuvo un empleo registrado, aunque trabajó desde los 13 años; por eso no se pudo jubilar y tenía sólo una pensión mínima de 150 pesos que no le alcanzaba para nada. La historia se repite: a los 70 años, Roberto, que vive en Lomas de Zamora, tiene una jubilación mínima. Como le sucedía a su madre, no llega a fin de mes, excepto que haga algún trabajito extra. Lo que cobra le alcanza hasta el día veinte de cada mes. Como tiene un taller de herrería con uno de sus hermanos, donde trabajan sus dos hijos y sobrinos, cuenta que a veces hace algunas “changas” cuando lo llama un cliente y con eso suma un ingreso.
Retroceder dos siglos
“Estos nueve meses de Milei son son un asalto a todos los derechos que a los trabajadores nos ha costado luchas y trabajadores muertos”, plantea Liliana. “La ley de jubilación, por ejemplo, cumple cien años, nace luego de una muy importante huelga general como un salario diferido, a cobrar mensualmente cuando el trabajador ya no se encuentre en condiciones de seguir trabajando. Si bien todos los gobiernos han metido la mano en los fondos de las cajas previsionales, desde los años 90 han reducido los aportes patronales, sin que ningún gobierno los haya repuesto -recuerda la jubilada docente-. Los últimos nueve meses de Milei nos hace retroceder dos siglos: colaboradores en lugar de trabajadores en relación de dependencia y subsidio a la vejez en lugar de salario diferido con su tasa de sustitución del 82% móvil».
Para Liliana es «un programa económico que apunta a cerrar los grandes negociados para los bancos y los grandes capitalistas que llenan sus bolsillos con lo que le quitan a los jubilados». «Sin el brutal ajuste, despidos, trabajadores con salarios de indigencia y 5 millones de jubilados soportando un silencioso genocidio no hubiera tenido superávit fiscal. Milei arma su ‘superávit’ sobre los chicos y abuelos que comen una vez al día”, subraya esta jubilada que integra el Plenario de Trabajadores Jubilados. “Milei y Bullrich mandan la represión pensando que quizás así evitará que la población trabajadora se movilice. Nada mas erróneo. Los jubilados estamos dando la pelea por nosotros y por los jóvenes. Si no peleamos hoy, ya no les va a quedar nada, ni país. El próximo miércoles se trataría en diputados el rechazo al veto. Vamos a estar nuevamente en la calle, pero tendría que salir también la CGT llamando a un paro nacional como hace cien años, cuando conseguimos la primera ley jubilatoria”.
“Vivo”, dice Roberto, el hijo de Norma Plá, sobre estos nueve meses de gobierno. Ese vivir a secas, sin adjetivación, explicita cierto enojo disimulado cuando repite “vivo”, varias veces, como si recitara un mantra. El PAMI con los medicamentos “más o menos cumple”, aclara, y en cuanto a las comidas dejó de darse algunos gustos, como comprar quesos. No sabe por qué el presidente vetó la ley de movilidad jubilatoria. “Milei dice que no hay plata; veremos qué pasa. Si esto sigue así, habrá que ver qué sucede en las próximas elecciones para diputados”. Su madre murió a los 63 años, el 18 de junio de 1996. “Mi vieja hizo la lucha, murió de cáncer, pobre vieja; enterramos sus cenizas en Plaza Lavalle, como ella quería, y creo que ahí se acabó la lucha. No seguimos haciendo nada por los jubilados. La lucha la agarraron algunos sectores que no tendrían que estar, piqueteros y gremialistas que no saben defender a la gente, que nunca nos defendieron, y menos ahora”, opina Roberto.
“El ensañamiento que tiene este hombre (Milei) con los más humildes y con la clase pasiva no tiene límites. Él está comprometido con las grandes multinacionales y las grandes corporaciones. Qué puede hacer un jubilado más que ir a la plaza a gritar y que le peguen; pero qué le importa, a él le resbala esto. No somos como los camioneros que le paran el país. Lo único que podemos hacer los jubilados es recibir garrote y palo. Milei vetó la ley porque sabe que no podemos hacer nada, somos una clase pasiva, no podemos torcerle el brazo a nadie, entonces él se ensaña”, explica Alberto y agrega que nunca se va a olvidar cuando el 9 de diciembre de 2015 fue a despedir en la Plaza de Mayo a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Cristina nos dijo ‘van a venir por ustedes, acuérdense lo que les digo’… Y vinieron por nosotros”.
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