Federico Sturzenegger confirmó que echaron a 100 trabajadores del organismo estatal, al que acusó de «persecución ideológica», dejándolo prácticamente sin funcionamiento. Cómo seguirá el vaciamiento del Estado y la defensa del ministro a los insultos y ataques del Presidente.
El Gobierno despidió a más de 100 trabajadores de la Defensoría del Público y anticipó su intención de eliminar ese organismo creado a ejemplo de otros países para garantizar el derecho a una comunicación democrática. Para defender esa decisión, Federico Sturzenegger afirmó que la administración de Javier Milei «respeta plenamente el derecho de expresarse» y comparó al Presidente con Domingo Faustino Sarmiento para justificar el maltrato y los insultos con que ambos se refirieron a la prensa crítica: «Me imagino que Sarmiento disfrutaría mucho de nuestro presidente polemista», dijo.
La decisión de vaciar esa área creada por la -resistida y atacada por las grandes corporaciones mediáticas- Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue tomada por el Ministerio de Desregulación encabezado por Federico Sturzenegger, quien aprovechó lanzar una antojadiza interpretación sobre la importancia de esa institución.
https://003f7c778468cb0fe9f34499a6535447.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html El despido masivo del organismo encargado de tomar reclamos de las audiencias en materia de desinformación, fake news y cuando sus derechos no son respetados, fue justificado en el marco de la Resolución 107 del Poder Ejecutivo.
La medida deja a ese organismo con un total de 40 empleados y echa a la calle a otros 104, lo cual deja sin efecto varias de las iniciativas que se ponían en marcha.
Estos nuevos despidos de Sturzenegger son otro paso en su avanzada contra los organismos estatales que, según denunciaron los gremios del sector, avanzará. A fines de diciembre caducarán 50 mil contratos en distintos organismos del Estado y la idea reducir “la casta” de los trabajadores.
Hoy el vocero presidencial Manuel Adorni precisó que hay un «universo de 75 mil contratos en permanente revisión» y que a principios de enero se sabrá cuántos de los 50 mil que vencen a fin de año serán renovados. «Dependerá de la autoridad superior de cada contrato», aclaró.
Tanto ATE como UPCN, los dos gremios mayoritarios del sector, exigieron la renovación automática de todos los contratos en riesgo. El Gobierno no respondió. Su idea era justificar despidos en la desaprobación de los «exámenes de idoneidad» que se les tomó a los empleados de ministerios y secretarías. Pero la respuesta de los trabajadores fue contundente: el 96 por ciento aprobó las pruebas y dejó sin fundamentos a Sturzenegger.
Así y todo, siguen cayendo las amenazas de despidos. Los gremios advirtieron que en los últimos días se enviaron 10 mil intimaciones a jubilarse.
En lo que va del año, más de 37.600 estatales quedaron en la calle, la mayoría por la no renovación de sus contratos trimestrales. Por eso, al finalizar diciembre, el temor es que la tanda de despidos y desvinculaciones avance hacia los 76 mil despidos que había prometido el presidente Javier Milei como una de sus metas de “achicamiento del Estado”.
“En materia de contratos vamos a terminar echando 75 mil personas, llevamos 25 mil”, dijo el Presidente a mediados de año.
Sturzenegger se jactó de los despidos y el vaciamiento en la Defensoría del Público: los despidos «alivianan la estructura, remata el estudio de televisión y restringe el uso del organismo como herramienta de persecución», dijo en alusión al estudio móvil con que contaba esa área para enseñar a niños y adultos cómo se produce un programa de radio.
Para justificar los despidos utilizó un argumento discriminatorio y con persecución ideológica. Dijo que la Defensoría daba “cobijo a una nutrida concurrencia de militancia rentada” y que “aproximadamente la mitad de los empleados eran del partido de La Matanza”.
Respecto de la “persecución”, se la endilgó al kirchnerismo; el principal enemigo del oficialismo. Inventó que la Defensoría fue creada “para doblegar al periodismo independiente” y que “juntaba denuncias contra periodistas críticos del kirchnerismo”. Como ejemplo de víctimas mencionó a los oficialistas Luis Majul y Jonatan Viale.
«Se trata de un ataque a la democracia»
El titular de ATE, Rodolfo Aguiar, calificó los despidos como “cesantías ilegales que le pone fin a la comunicación democrática en el país” y advirtió que el objetivo detrás de esa decisión es allanar “el camino para los propios ensobrados que el Gobierno quiere tener”.
“Se quiere evitar que los medios y periodistas oficialistas sean denunciados. Quieren impedir todo tipo de reclamo de parte de las audiencias. Se trata de un verdadero ataque a la democracia”, denunció.
Por su parte, la defensora del Público, Miriam Lewin, negó que desde ese organismo se persiguiera a opositores. “El Gobierno que basa su comunicación en una granja de cientos de twitteros que persiguen e intimidan al que piensa distinto dicen que en la Defensoría del Público se perseguía a la prensa”, cuestionó.
“Pero como la verdad no importa –añadió-, convirtieron al organismo en un local del PRO, y aunque viven del Estado desde el 2008, critican y despiden al trabajador del sector público».
El «presidente polemista»
El ministro señaló llamativamente que la continuidad de la Defensoría va a contramano de postura del gobierno de La Libertad Avanza (LLA) que “respeta plenamente el derecho de expresarse de todas las partes”. Además, aseguró que “no se usa el dinero público ni para comprar voluntades ni para amedrentar opositores”, y acusó al kirchnerismo de haber hecho “todo lo contrario”.
Luego hizo una cerrada e insólita defensa al maltrato que el presidente Javier Milei le dedica a los medios de comunicación y periodistas que critican sus medidas de gobierno.
A los insultos y descalificativos que el mandatario le dedica a la prensa (“periodistas ensobrados”, “Pravda/12”, “pedazos de soretes”, “corruptos” y arengas para que sus seguidores los califiquen de “hijos de puta”), Sturzenegger lo llamó estilo “frontal, abierto y transparente”.
Lo notable es que para justificarlo le dio el estatus de prócer al compararlo con Domingo Faustino Sarmiento, “un debatidor (SIC) nato y que usaba un lenguaje fuerte».
“El estilo del presidente, en particular, es frontal, abierto y transparente. Sarmientino podríamos decir, ya que sabemos que Sarmiento era también un debatidor nato y que usaba un lenguaje fuerte”, escribió en su posteo por la red X.
«Por dar un ejemplo -finalizó- en ‘Las Ciento y Una’ Sarmiento le dedica una catarata de insultos a uno de sus más acérrimos contrincantes -nada más y nada menos que a Alberdi, el prócer de los libertarios-, entre ellos los de charlatán mal criado, truchimán, perro de todas las bodas, camaleón, ratoncito, falsificador, traficante, veleta, tonto estúpido, majadero, esponja de limpiar muebles (?), alma y cara de conejo, homme entretrenue (prostituto), vieja solterona a caza de maridos, y muchos otros irreproducibles para la sensibilidad actual. Me imagino que Sarmiento disfrutaría mucho de nuestro presidente polemista.»