Con el respaldo del PRO, diputados radicales y fuerzas provinciales, el Gobierno frenó el rechazo al veto presidencial. El quiebre en la UCR, las chicanas en el recinto y la sorpresa de Lourdes Arrieta.
Gracias al apoyo de un grupo de radicales y diputados que responden a los gobernadores de Misiones, Salta y Río Negro, Javier Milei logró blindar el veto a la ley que aumentaba las jubilaciones. Mientras la policía reprimía con gases a las columnas que habían movilizado al Congreso, la Cámara de Diputados fracasaba en su intento de insistir con la reforma de la ley de movilidad jubilatoria. La oposición no logró conseguir los dos tercios, aunque estuvo a solo 13 votos: 13 votos que, entre radicales que cambiaron de opinión y fuerzas provinciales, terminaron torciendo la cancha en favor del gobierno nacional. El resultado final de la votación fue 153 votos a favor, 87 en contra y 8 abstenciones: una victoria para La Libertad Avanza que había logrado consolidar, así, un sólido número para resistir vetos futuros.
El gobierno no se anduvo con remilgos. Ni victoria pírrica ni preocupación por el costo político: LLA salió a celebrar haber quebrado la UCR y la alianza opositora de la Cámara de Diputados que, en junio, había logrado conseguir los dos tercios para aprobar una ley que incrementaba un 8,1 por ciento las jubilaciones y las ataba a la Canasta Básica. «Hoy 87 héroes le pusieron un freno a los degenerados fiscales que intentaron destruir el superávit fiscal que los argentinos con tanto esfuerzo logramos conseguir», tuiteó el presidente Javier Milei minutos después de que la Cámara de Diputados hubiera rechazo la insistencia de la ley. En ese momento, afuera del Congreso, efectivos de las fuerzas de Seguridad reprimían y gaseaban a las personas que habían ido a manifestarse.
El voto radical
La sesión comenzó pasadas las 11 en un clima de resignación: los dirigentes opositores que impulsaban la insistencia de la ley ya iban palpitando que no tendrían los dos tercios, pero querían jugar a exponer a los dirigentes que cambiarían su voto para acompañar el veto presidencial. El ojo estaba puesto en el grupo de cinco radicales que se habían reunido con Milei el día anterior y habían anunciado que, pese haber votado la ley en junio, respaldarían el veto. Mariano Campero, Martín Arjol, Luis Picat, Pablo Cervi y José Federico Tournier serían, durante toda la sesión, el puching ball preferido por los diputados opositores que, indignados, los llamaban «traidores» o «panqueques».
Rodolfo Tailhade (UxP), por ejemplo, llevó al recinto un dibujo de un chiste interno de Los Simpsons que representaba «la dignidad». «Puse en la banca una representación gráfica para que los diputados radicales corruptos que van a votar en contra de los jubilados tengan al menos una idea de cómo es, de qué se trata, esto de la dignidad», explicó.
Los cinco radicales M, que aspiran a integrar una boleta violeta el año próximo, votaron en contra de la ley junto al oficialismo, el PRO y los tres tucumanos de Independencia. Otros, como Gerardo Cipolini y Roxana Reyes, prefirieron ausentarse. «Van a tener que ir a terapia. Ganó Javier Milei y el que fija el plan económico es Javier Milei», argumentó Reyes en el recinto, optando por confrontar con el kirchnerismo para justificar su cambio de postura. «Hablan como si no hubiera sido un proyecto nuestro», confesó, irritada, otra diputada radical que, en cambio, sí votó a favor de la ley.
En total, 26 radicales votaron a favor, incluso los mileístas de Mendoza o el propio jefe de bloque, Rodrigo de Loredo, que intentó negociar hasta último momento una votación particular que lo salvara de tener que votar contra el gobierno. No tuvo apoyo ni en el peronismo ni en el resto de su bancada, pero eso no le impidió quejarse: «Ni unos están discutiendo el superávit fiscal ni los otros están tratando de ayudar a los jubilados», protestó. La oposición saldría, en fila, a criticar a los radicales, pero la primera respuesta vino del jefe de bloque del PRO, Cristian Ritondo: «No se hubieran asociado con el kirchnerismo y hubieran votado con nosotros nuestro dictamen. Es fácil echarle la culpa a todo el mundo. Hay que hacerse cargo de lo que votaron, lo que arreglaron y con quien arreglaron», chicaneó.
La UCR no tenía paz: lo corrían por derecha y por izquierda e, incluso, sus propios integrantes. Uno de los discursos más duro provino de Pablo Juliano, diputado de la línea Manes que, la noche anterior, había pedido la expulsión del bloque de los cinco radicales M. «Yo no cambio mi voto. Yo voy a votar igual que como voté la vez pasada porque fue mi bloque el que construyó esta alternativa que se convirtió en ley», arremetió y los cruzó: «No es (la defensa del veto) lo que bregamos en estas bancas y los que se sacan fotos devuelvan sus bancas. Tengan el coraje político de lo que hacen afuera sostenerlo acá adentro».
El único que saldría a defender su cambio de postura fue Campero, que interrumpió a los gritos para decir que se había sentido «aludido». «Se ve claramente que no quieren que le vaya bien al gobierno. Este veto obligaba al gobierno a emitir o endeudarse, buscan para desestabilizar este gobierno», bramó, totalmente exaltado. De Loredo y el resto de la UCR se agarraba la cabeza, con vergüenza, mientras el PRO y LLA aplaudía.
El número contra el veto
La oposición logró juntar finalmente, unos 153 votos a favor de la ley. El dato que sobrevolaba las distintas conversaciones era que, si los 5 radicales hubieran acompañado, se habría podido abrir un escenario para «herir de muerte» el veto. El ojo estaba puesto también en las ocho abstenciones que, finalmente, habían ayudado al gobierno: la de los cuatro misioneros y dos salteños de Innovación Federal y, la sorpresa de la jornada, el de la libertaria «arrepentida» Lourdes Arrieta. «Cuando milité el año pasado lo hice por ideas, bancando a nuestro presidente y creyendo que el ajuste iba a ser para la casta, pero no para los jubilados», deslizó la diputada, que estaba de estreno de su nuevo monobloque después de la renuncia forzada al bloque libertario.
Los gobernadores habían jugado a favor del gobierno, pero la oposición había logrado anotarse algunos triunfos. Unión por la Patria, por ejemplo, tuvo asistencia perfecta y aportó 99 diputados a favor de la ley. Encuentro Federal, que lidera Miguel Ángel Pichetto, aportó 14 votos a favor y tuvo solo dos ausencias: Ricardo López Murphy, que había tenido que viajar por temas personales, y Francisco Morchio, que responde al gobernador Rogelio Frigerio, pero consintió en ausentarse (en vez de votar en contra). La Coalición Cívica había aportado 6 votos y la izquierda otros 5. Y habían logrado, incluso, que algunos diputados del PRO acompañaran, como Álvaro González, y que otros se ausentaran, como Héctor Baldassi, Ana Clara Romero y Héctor Baldassi. «No queda tan claro que tengan una mayoría consolidada para evitar futuros vetos», reflexionó un dirigente peronista.
La oposición no perdió oportunidad para exponer al gobierno y a los diputados que habían cambiado su voto. «Los que fuimos votados por Juntos por el Cambio, estamos traicionando el mandato por el cual fuimos elegidos sino le damos una respuesta a los jubilados», los cruzó Maximiliano Ferraro (CC). «Les pido que reflexionen cómo van a votar los diputados, especialmente los que van a cambiar el sentido de su voto, porque van a ser cómplices del delito penal de abandono de personas», les recriminó Gisela Marziotta (UxP). Pichetto, mientras tanto, cuestionó al gobierno por no haber avanzado con un veto parcial: «Se perdió de encausar el tema de forma responsable», se lamentó.
«¿Hay chances para poder rechazar este veto? Sí, hay chances. Si aquellos que votaron a favor en junio hoy rechazan el veto de Milei, hay chances. Si aquellos que en el Senado votaron a favor ley votan con nosotros, hay chances. Si aquellos que en nombre del peronismo fueron a elecciones en sus provincias y votaron a favor y hoy están votando a favor de Milei, ¿cómo les da la cara?», cuestionó el titular de UxP, Germán Martínez, apuntando, así, contra todos los responsables de que, al final del día, el Congreso no hubiera podido rechazar el veto de Milei.
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