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No hay muerte digna

El ex presidente parece no entender el desafío que le plantea Milei y ahora se asoma a la humillación pública.

La sucesión de gruesos errores políticos que cometió Macri desde que asustado por la idea del parricidio decidió matar a Larreta, lo llevaron a este presente incómodo donde podría enfrentarse a una novedad: de humillador a humillado.

El juego de Milei esta a la vista de quien quiera ver: El presidente es el policía bueno que le ofrece a Macri un puente de plata hacia la Libertad Avanza, mientras Karina y Santiago son la brigada de explosivos encargados de dinamitarlo. En lo posible, en el preciso momento que Macri esté en el medio del cruce, sobre el abismo.

«Lo están boludeando», es la reflexión de alta política de uno de los dirigentes que mejor lo conoce.

Macri tuvo una oportunidad nítida para volcar el juego a su favor: Fue cuando el gobierno enfrentaba el rechazo al veto al aumento a los jubilados. «Si el PRO hubiera acompañado el rechazo al veto, hoy tenían a Milei arrodillado», recuerda un diputado que participó de aquellas negociaciones. Pero Macri, que ya acumulaba meses de destratos y pactos incumplidos de los libertarios, eligió creer.

El PRO ante el riesgo de la extinción

Ahora, cuando la posibilidad de encabezar un armado propio del PRO en todo el país que tenga como puntos salientes su candidatura a senador nacional por la Ciudad de Buenos Aires y de Diego Santilli en la provincia, cimbró a la Casa Rosada, Macri se apuró a dar el sí a la propuesta de Milei de ir juntos. 

Como si existiera algún mérito en desarmar la inquietud de los enemigos. Como si no lograra ver que la estrategia de abrazo del oso y centrifugación de la Casa Rosada, se construyó en torno a una presa que no es otra que él.

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El poder político es como arena entre las manos. Si no cerras el puño, se pierde. Esto significa que cada semana que Macri demora definiciones tiene menos poder. 

Lo que hay que entender es que el poder político es como arena entre las manos. Si no cerras el puño, se pierde. Esto significa que cada semana que Macri demora definiciones tiene menos poder. La observación de la trayectoria de este año arroja una conclusión evidente: Macri retomó protagonismo cuando se plantó y se deslizó hacia la intrascendencia cada vez que se plegó sin condiciones a la agenda libertaria.

La pregunta entonces es evidente: ¿Por qué lo hace? ¿Macri responde acaso a los verdaderos jefes del experimento libertario de crear una Argentina capitalista? ¿Hay un dispositivo de poder que se ubica por encima de Macri y Milei que es el que interviene en los momentos críticos del proceso?

Difícil de creer que en un país que se caracteriza sobre todo por su ausencia de planes serios, exista un establishment tan articulado y con ideas tan precisas sobre lo que hay que hacer.

Un funcionario que conoce bien a Macri intenta buscarle una lógica política: «Mauricio y Milei ya saben que van a ir separados, todo esto que vemos es un minué para tratar de descargar sobre el otro el costo de la ruptura frente a la sociedad».

Puede ser, pero todo indica que el problema central de Macri es que forzó tanto el personalismo que ahora terminó en el casillero final de esa lógica: Si la única solución es él, bueno, él tiene que ser el candidato. O sea, poner el cuerpo, algo que le resulta un poco molesto.

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«Un jefe político juega aunque sepa que va a perder, si ese es el camino para preservar a su fuerza. Como hizo Cristina cuando enfrentó a Esteban Bullrich. El problema es que no está claro que Macri sea un verdadero jefe político. Animemosnos y vayan, no va más», afirma uno de los más leales dirigentes del PRO.

Entonces, tal vez sea la idea de la muerte digna la que habría que poner en discusión: ¿No es acaso más interesante seguir vivo?

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