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viernes, 29 marzo , 2024

La historia detrás de la foto “El hombre que cae”

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El fotógrafo de AP Richard Drew cuenta cómo tomó una imagen que capturó la tragedia del 11 de septiembre como ninguna y conmovió al mundo

¿Recuerda usted esta foto?

En los Estados Unidos, muchos la quieren borrar de sus memorias del 11 de septiembre de 2001, escribió Tom Junod en la revista Esquire. La historia que hay detrás de ella, sin embargo, y la búsqueda del hombre que aparece en la imagen, son la conexión más íntima que tenemos con el horror de aquel día.

La resistencia a la imagen comenzó desde el primer momento, escribe Junod en ese artículo. «Seguramente son pájaros, mi amor», le dijo una mujer a su hija, que preguntaba qué era lo que estaba viendo. «Baje esa cámara, ¿usted no tiene decencia?», le gritó un policía a un transeúnte que tomaba fotos.

De las miles de imágenes que impactaron al mundo aquel día, quizás hay una que resume el drama inédito de lo que se vivió como ninguna otra. Una foto que recibió decenas de premios y se convirtió en un ícono de la tragedia.

La revista Time habló con el fotógrafo de AP Richard Drew, el hombre que disparó su cámara para retratar lo que luego se conoció como The Falling Man, El hombre que cae.

Drew cuenta que ese día tomó el metro desde Times Square a la calle Chambers, la parada anterior al World Trade Center. Lo primero que vio al salir de la estación, dice, fueron las columnas de humo en las dos torres.

Cuando se dio cuenta de que había personas que salían por las ventanas en los pisos incendiados, sacó la cámara instintivamente y empezó a tomar fotos. Hasta que hizo la que luego sería conocida como The Falling Man.

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Nunca se ha declarado oficialmente la identidad del hombre. Se sabe que la imagen corresponde a la Torre Norte del World Trade Center, y que fue tomada a las 9:41:15 de la mañana de aquel fatídico 11 de septiembre de 2001.

No fue posible recuperar ni identificar los cadáveres de las decenas de personas que murieron al verse forzadas a lanzarse al vacío.

En 2005, la vocera de la Oficina del Forense de Nueva York, Ellen Borakove, le dijo al diario The Washington Post que los expertos ya habían agotado todas las posibilidades de la tecnología existente hasta entonces para recuperar e identificar los restos.

Pero los médicos, aseguró, prometieron que nunca dirán «caso cerrado».

Todas las víctimas fueron declaradas muertas por homicidio causado por trauma contundente, excepto los secuestradores asesinos. Los que se vieron forzados a lanzarse al vacío no fueron declarados muertos por suicidio.

Algunos han dicho que The Falling Man era Norberto Hernández, chef de la dulcería del restaurante Windows of the World (Ventanas al mundo) en el piso 106 de la Torre Norte, según la nota dedicada a la foto en Wikipedia. Miembros de su familia estuvieron de acuerdo inicialmente, pero al examinar la ropa con más detenimiento no se mostraron del todo convencidos.

Fue Tom Junod, de la revista Esquire, quien por primera vez, en un artículo publicado en septiembre de 2003, llamó a la foto The Falling Man. Según Junod, se trataba de Jonathan Briley, de 43 años, técnico de audio del mismo restaurante y residente de Mount Vernon, en Nueva York.

Jonathan Briley trabajaba en el restaurante Ventanas al Mundo. Algunos de sus compañeros de trabajo, al ver las fotografías de Drew, pensaron que podría ser El hombre que cae. Era de piel ligeramente oscura. Medía más de seis pies y medio y tenía 43 años. Tenía un bigote y un chivo y pelo corto. Tenía una esposa llamada Hillary.

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El padre de Briley es un pastor, un hombre que ha entregado toda su vida a la devoción del Señor. Después del 11 de septiembre de 2001, reunió a toda su familia y le pidió a Dios que le dijera dónde estaba su hijo. No se lo pidió: se lo exigió.

Usó estas palabras: «Señor, demando saber dónde está mi hijo». Durante tres horas seguidas, oró con voz profunda hasta que puso toda la gracia que había acumulado en su vida en la insistencia de su apelación.

Al día siguiente, el FBI lo llamó. Habían encontrado el cuerpo de su hijo. Milagrosamente, estaba intacto.

El hijo más joven del pastor, Timothy, fue a identificar a su hermano. Lo reconoció por los zapatos: llevaba botas negras altas. Timothy le quitó una y se la llevó a casa y la puso en el garaje como recuerdo.

Fuente: Infobae

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