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viernes, 26 abril , 2024

«Basket Case», la canción con la que Billie Joe Armstrong, de Green Day, diagnosticó su locura

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«¿Tenés el tiempo para escuchar cómo me quejo sobre todo y sobre nada al mismo tiempo?», pregunta Billie Joe Armstrong mientras machaca su guitarra al mejor estilo ramonero en una progresión de acordes que catapultó a Green Day al mundo. «Basket Case» es uno de los hits que se desprenden de Dookie (1994), el tercer disco del trío de punk oriundo de East Bay, California.

Primero fueron Armstrong, el bajista Mike Dirnt y el baterista John Kiffmeyer los que se metieron en un estudio para editar el álbum debut de Green Day, 39/Smooth, una producción del sello independiente Lookout que apareció en las bateas en abril de 1990. Al poco tiempo, se fue Kiffmeyer y entró Tré Cool para conformar el power trío que conocemos todos y editar bajo el mismo sello su segundo disco, Kerplunk, en diciembre de 1991.

Para ese entonces Green Day ya era un fenómeno local, a tal punto que vendieron más de 10.000 copias de Kerplunk en el día de su lanzamiento. Sus recitales en puntos clave como 924 Gilman Street, el club del West Berkeley donde encabezaron la explosión del revival punk de los 90 junto a bandas como The Offspring, Rancid y Operation Ivy, se volvían cada vez más masivos. Y así fue como llegó la oportunidad que iba a cambiar la historia del trío para siempre.

Reprise Records, el sello que había fundado un tal Frank Sinatra en 1960, y que al poco tiempo pasó a manos de Warner Bros., fue uno de los tantos interesados en el éxito de Green Day. Pero fue el único que convenció al grupo de firmar un contrato gracias al productor Rob Cavallo, que ya había trabajado con The Muffs, la banda punk de California que lideró Kim Shattuck. Cavallo se puso al hombro la tarea de darle forma al tercer álbum de una banda que estaba para dar el gran salto o estrellarse en la primera curva. Afortunadamente, ocurrió lo primero.

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Ataques de pánico

Billie Joe Armstrong fue desde los inicios de Green Day el compositor y letrista de prácticamente todas las canciones de la banda. Y Dookie (que en realidad se iba a llamar Liquid Dookie, un guiño a la diarrea) no fue la excepción. Aunque la base predominante sea ese pop punk cargado de energía, velocidad y cambios de ritmo, típicos del sonido californiano, las escenas que giran alrededor de todo el disco plantean el lado oscuro que se estaba cocinando en la cabeza del cantante, que por aquel entonces tenía apenas 22 años.

«Basket Case» es la síntesis perfecta de los tópicos que sobrevuelan en Dookie: ansiedad, ataques de pánico, exploración sexual y mucha pero mucha marihuana. «La única forma que podía saber qué carajo estaba pasando era escribiendo una canción sobre eso», declaró el autor años más tarde. Todavía no le habían diagnosticado clínicamente esos ataques de pánico de los que él ya estaba escribiendo. Y sufriendo.

«Soy uno de esos tontos melodramáticos, neurótico hasta los huesos», se describe en la primera estrofa. «A veces mi mente me juega una mala pasada», advierte en el puente. «¿Soy solo paranoico? ¿O solo estoy drogado?», se pregunta en el estribillo. Armstrong sentía que se estaba volviendo loco y se autodiagnosticaba de la única manera que le salía: transformándolo en música.

Para el videoclip no tuvieron que pensar demasiado. Convocaron al director Mark Kohr e hicieron lo que la canción pedía. Se metieron en un manicomio (real: el abandonado Agnews Developmental Center de Santa Clara County, California), se colgaron los instrumentos y caricaturizaron esa locura que acechaba. Camisas de fuerza, paredes acolchadas, sillas de ruedas y cócteles de pastillas, una ironía en clave punk para reírse, de alguna manera, de lo que realmente estaba ocurriendo con la salud mental de Armstrong. Para aumentar el efecto surrealista, lo filmaron en blanco y negro y luego le agregaron colores sobrecargados, como si se tratara de la visión de un viaje lisérgico.

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Sin embargo hay más que locura en la canción. «‘Basket Case’ se convirtió en este himno nacional perdedor. Pero decir que solo se trata de ataques de pánico es limitante. Se trata de atravesar una confusión total», explicó el autor veinte años más tarde en una entrevista con la revista Rolling Stone. «Quería desafiarme a mí mismo y a quienquiera que fuera el oyente», aseguró.

El desafío radica en la ambigüedad de algunos versos, como cuando se refiere a una prostituta primero en femenino y luego en masculino («y fui a una puta/ él dijo que mi vida es aburrida»). «También es mirar al mundo y decir: ‘No es tan blanco y negro como crees. Esta no es la prostituta de tu abuelo, o tal vez lo fue’. Este disco toca mucho la bisexualidad», reveló en esa misma entrevista.

Armstrong habló de su bisexualidad abiertamente desde 1995, cuando en una entrevista con la revista LGBT The Advocate, reveló: «Creo que siempre he sido bisexual. Quiero decir, es algo que siempre me ha interesado. Creo que las personas nacen bisexuales, y nuestros padres y la sociedad nos desvían hacia este sentimiento de ‘oh, no puedo’. Dicen que es tabú. Está arraigado en nuestras cabezas que es malo, cuando no está nada mal. Es algo muy hermoso».

Dookie salió en febrero de 1994 y en julio de ese año el cantante se casó con Adrienne Ilene Nesser. Al día siguiente de la boda, su flamante esposa descubrió que estaba embarazada y al año siguiente nació el primer hijo de la pareja, Joseph Marciano. «Era muy impulsivo en aquel entonces. Creo que ese comportamiento impulsivo era un intento de contrarrestar el caos en mi vida», declaró Armstrong años más tarde.

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«Basket Case» fue el segundo corte de Dookie (el primero fue «Longview», que habla de otro tópico importante del disco, la masturbación) pero fue el más exitoso. Duró cinco semanas en el puesto número uno de la lista Modern Rock Tracks de Billboard y se convirtió en la canción insignia de Green Day. Como si fuera poco, el disco ganó el premio Grammy al Mejor Álbum Alternativo en 1995.

Grabar en un estudio de lujo como Fantasy, en Berkeley, con un presupuesto que superaba ampliamente al de sus primeros dos discos, representó un cambio rotundo en la manera de tomarse a la música para estos tres muchachitos de California. Pese a las críticas de sus fans más ortodoxos, que nunca le perdonaron haberse «vendido» a un sello comercial, la banda tomó ese paso como el avance natural de algo que estaba creciendo a escalas desproporcionadas. Incluso llegaron a declarar que se sentían parte de ese mundo.

El éxito rotundo de Dookie en general, y de «Basket Case» en particular, fue la confirmación de que Green Day ya estaba para jugar en las grandes ligas, de que ya era hora de pasar del bar al estadio. Una canción que -hasta la salida de American Idiot (2004)- representó el mascarón de proa de un barco que sigue surcando las turbulentas aguas de la industria musical. Y pensar que todo comenzó con un chico de 20 años tratando de diagnosticar su locura.

Fuente: La Nación

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