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sábado, 18 mayo , 2024

«Intolerable ataque a la democracia»: La ‘toma’ del Reichstag causa indignación en Alemania

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Un grupo de manifestantes rompieron el perímetro policial que rodea el edificio. Entre ellos, seguidores de los ‘Ciudadanos del Reich’, que no reconocen las fronteras alemanas ni el orden constitucional y portan la bandera roja, blanca y negra del imperio alemán disuelto en 1919

La imagen sacudió Alemania: Decenas de manifestantes entraron por la fuerza hasta las escalinatas del edificio del Reichstag, la Cámara de Diputados alemana, este sábado, rompiendo el perímetro policial que rodea el icónico edificio. Varios manifestantes portaban banderas alemanas con los colores del Reich, un símbolo apropiado por los movimientos de extrema derecha. Hubo choques con la policía, que empleó gas pimienta para disolver la concentración.

Este «inaceptable» acto fue denunciado sin tapujos por la clase política alemana, empezando por el presidente Frank-Walter Steinmeier, considerado un referente moral del país. «Las banderas del Reich y las arengas ultraderechistas ante el Parlamento son un ataque intolerable al corazón de nuestra democracia (…) Nunca lo toleraremos» subrayó Steinmeier el domingo.

La intención de «tomar» la sede parlamentaria había sido anunciada en las redes sociales días antes de la manifestación y se convirtió en el punto álgido del sábado, después de que 38 mil negacionistas -según cifras de las autoridades locales- se manifestaran por las calles del centro de la capital alemana. La policía disolvió la marcha al comprobar que no los manifestantes no guardaban la distancia entre personas reglamentaria de 1,5 metros. El ambiente se calentó y varios manifestantes increparon a los agentes y lanzaron piedras y botellas contra las unidades antidisturbios. La tensa jornada se saldó con cerca de 300 detenciones.

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La policía desplegó 3.000 agentes para garantizar la seguridad de la marcha, que en un primer momento fue pacífica. Sin embargo, tras los intentos -a menudo infructuosos- de la policía de disolver la marcha, varios grupos de ultras se dispersaron y uno de ellos acudió hasta el Reichstag. En el momento de producirse los incidentes apenas había tres agentes para contener a los ultras.

Tras la llegada de refuerzos, los uniformados consiguieron disolver la concentración. Sin embargo, los escasos minutos en las escalinatas del Parlamento dieron para tomar una instantánea de la realidad que rodea las protestas de los negacionistas: grupos de radicales de extrema derecha que intentan capitalizar el descontento latente en ciertos sectores del país por unas medidas que, a pesar de todo, son mucho más laxas que en otros países europeos como España. Entre la variopinta amalgama de colectivos negacionistas, entre los que hay «pensadores libres», antivacunas y conspiranoicos, se encuentran cada vez más, según las autoridades, simpatizantes de extrema derecha.

El núcleo de los ultraderechistas presentes en la manifestación lo forman seguidores del movimiento «identitario» de los Reichsbürger («Ciudadanos del Reich»), que no reconocen las fronteras alemanas ni el orden constitucional vigente en el país. Portan la bandera roja, blanca y negra, los colores del imperio alemán, disuelto en 1919 tras la Primera Guerra Mundial.

Unos 3.000 representantes de este movimiento estuvieron presentes en la marcha del sábado, según cifras de Interior del Senado de Berlín. Muchos de ellos se concentraron ante la embajada de Rusia, entre gritos de apoyo al presidente de ese país, Vladimir Putin, y consignas y carteles hostiles a la canciller alemana, Angela Merkel.

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«La imagen insoportable de neonazis delante del Reichstag… no puede repetirse», dijo a la prensa la ministra de Justicia, Christina Lambrecht, mientras su colega de Interior, Horst Seehofer, denunció un giro «inaceptable» contra «el centro simbólico de nuestra democracia liberal».

El edificio del Reichstag, en el centro de la capital, tiene una fuerte carga simbólica. Allí, bajo su célebre cúpula acristalada, se reúnen los diputados alemanes en sesión parlamentaria. Sus instalaciones fueron incendiadas en 1933 por los nazis, en un acto destinado a someter lo que quedaba de la democracia alemana a los postulados nazis. Sucesos como los del sábado demuestran que la sombra de aquellos tiempos aún agita conciencias en Alemania.

Fuente: elmundo.es

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