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jueves, 18 abril , 2024

Las mujeres que rompen esquemas al ritmo de los tambores en Uruguay

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Hace justo 14 años que un grupo de amigas decidió salir a desfilar por la principal avenida de Montevideo, 18 de julio, con su recién formada comparsa de tambores y así conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

Meses antes habían convocado a mujeres de distintos contextos, pero con la misma inquietud: expresarse a través del candombe, una mezcla del toque de tambores con la danza de origen africano.

Realizaron solo tres ensayos, entre febrero y marzo.

El resultado fue un espectáculo de 80 tamboreras, más de 50 bailarinas y el entusiasmo de un público que vio nacer la primera gran comparsa de candombe integrada exclusivamente por mujeres en Uruguay: La Melaza.

“Hasta ahora se me eriza la piel”, cuenta a la AFP Camila Guimaraens, quien asegura ser testigo del impacto que el grupo produjo en ella y otras mujeres.

Las vio por primera vez a los 14 años y hoy, con 24 es una de las integrantes más jóvenes de la comparsa. “Era muy chica pero no pasó desapercibido en mi vida. Fue admiración y respeto hacia ellas”, dice.

Porque a pesar de que el candombe ha tenido un papel significativo en la idiosincrasia uruguaya en los últimos 200 años (fue incluso proclamado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 2009) el toque de sus tambores ha tenido, históricamente, una predominancia masculina.

“El lugar de la mujer era generalmente bailando. Y lo sigue siendo. Años atrás cuando veías una chica tocando el tambor era notorio”, comenta a la AFP Andrea Bastianini, integrante de La Melaza desde 2008.

Ese año enfrentaron uno de los grandes desafíos de su historia: participar del desfile de llamadas que cada año se realiza en la capital uruguaya como parte del Carnaval. La agrupación se convirtió en la primera cuerda de tambores femenina en concursar en un ambiente dominado por hombres.

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Obtuvieron el octavo lugar y un impulso para iniciar una ruta, que a pesar de contar con mucha resistencia, las ha llevado a pararse con fuerza frente a otras comparsas.

“Es un largo camino. Son 14 años de presencia en las calles y en los ámbitos candomberos. Hemos dado una lucha para que se nos acepte”, cuenta Vanessa.

“Las comparsas de hombres aceptan mucho más a las mujeres ahora y me parece que La Melaza fue parte de ese proceso”, dice Claudia Martínez, descendiente afroamericana que también participa de la comparsa.

El periodista especializado en temas de Carnaval, Marcelo Fernández, ha seguido de cerca el incremento femenino en distintas comparsas.

“Cada vez hay más mujeres participando del candombe, porque cada vez hay más cuerdas de tambores y más comparsas. Por lo tanto se animan cada vez más mujeres. Ya no llama la atención, antes sí”, explica.

“Ya no es que las mujeres vengan de cierto estrato social o que sean solamente mujeres negras, sino que está lleno de mujeres de todo tipo, raza, color, que participan en las comparsas”.

Como ya es tradición, La Melaza saldrá este viernes a las calles a participar en la manifestación del Día Internacional de la Mujer. Lo harán vestidas de blanco, violeta y rojo. Y con el ritmo que las caracteriza, que más que fuerza, es un diálogo armónico entre los tambores.

“Nosotras hacemos candombe, pero es un candombe diferente. Porque no tenemos la fuerza masculina. Pero tenemos la fuerza femenina”, agrega.

“Sin nosotras no hay carnaval”

No solamente La Melaza, sino también otras comparsas femeninas buscan -además de hacer música- reivindicar los sectores de la sociedad que para ellas han estado históricamente olvidados.

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Exigir por ejemplo, la defensa de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, negros, homosexuales y trans.

Un ejemplo es La Tambora, la primera agrupación de mujeres candomberas de la ciudad de Salto, a menos de 500 km de Montevideo, que surgió hace un año.

“A nosotras nos faltaba un lugar”, cuenta Ivanna Rodríguez, una de sus fundadoras, a la AFP, al ver que el modelo de las comparsas en Salto era siempre el mismo: los hombres tocando y las mujeres bailando.

“Es primera vez que nos sentimos parte de esto. De algo que siempre mirábamos desde afuera”, agrega Melina Godoy, otra de las fundadoras de La Tambora.

El grupo, que consta de un núcleo estable de alrededor de 20 personas, sale a las calles con colores que simbolizan sus causas. El violeta por el feminismo, el verde por el aborto y el amarillo por la ley trans. Sueltan palabras mientras tocan: “¡Sororidad!”, “¡Diversidad!”, “¡Amor!”. Las acompañan consignas como “Sin nosotras no hay carnaval”.

“Queríamos dejar el mensaje instalado y en Salto se logró”, dice Ivanna.

Al igual que La Melaza, La Tambora busca tener una organización sin jerarquías y mucho más horizontal, en donde cada integrante tenga una voz.

“Nuestro proceso ahora es seguir ahí, tener un lugar, un espacio para seguir formándonos en el candombe y tener un lugar artístico e informativo en la sociedad”, dice Melina.

Por María Paz Salas

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