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martes, 7 mayo , 2024

Max Berliner, el actor que batió todos los récords

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Tiene 99 años, 95 de profesión y proyectos por delante que lo motivan a seguir trabajando. «Siempre hay que tener algo pendiente, sino la vida no tiene sentido», afirmó en una entrevista con TN Show.

Por Damian Blanco.- Max Berliner nació actor. La profesión lo eligió. Y se convirtió en su vocación. Nunca desistió. Su primer papel fue a los 5 años. Lleva 95 de carrera y, el pasado 23 de octubre, conmemoró 99 de vida. ¿Qué queda por delante? Seguir protagonizando espectáculos. El próximo año sueña con estrenar El hombrecillo de lo gansos de Jakob Wassermann. Su objetivo: nunca detenerse, alcanzar los 100 con proyectos y la vocación intacta. Su lema: «Hay que tener algo pendiente, sino la vida no tiene sentido».

En una entrevista con TN Show contó cómo fueron sus inicios en el teatro, recordó cómo conoció a su gran amor -desde hace más de 60 años-, Rachel Lebenas, y repasó algunas anécdotas de su trayectoria. «Mi papá no quería un hijo doctor, quería un hijo actor», repite cada vez que le preguntan por sus comienzos. «Mi papá estaba convencido de que tenía que actuar. Me llevaba al cine. Le encantaba ir a ver películas en episodios, que se daban los lunes, miércoles y viernes. Esos días bajaba la persiana de su local y me llevaba al cine», rememoró.

La confianza que le transmitió su padre, lo acompañó siempre. «Nunca rechacé una propuesta. No elegía, aceptaba. A mí no me importaba si había más texto o menos texto. No hay papeles secundarios, hay buenos actores o malos actores», dice Berliner, que cuenta con más de 40 películas en su haber, algunos de los títulos más destacados del cine nacional como Y mañana serán hombres, La patagonia rebelde, Plata dulce, Yepeto y El otro hermano, entre otros.

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El primero de sus papeles fue en la obra de Sholem Aleijem, Inmigrantes. «Fue a los 5 años. Tenía que pararme delante de un barco y decir una palabra en idish (idioma judío). Me la aprendí y me salió con naturalidad, como todo lo que vino después. Yo no hice nunca nada forzado, todo venía de adentro. Es hermoso vivir así. Haciendo lo que siempre quise», precisó.

Está claro, el teatro fue su motor en la vida. Se desempeñó como actor, director y autor de espectáculos. En un escenario también conoció a su mujer, Rachel Lebenas. «Nos encontramos por azar. Había una institución que buscaba gente joven para hacer teatro. Estaban armando el elenco de El zoo de cristal, de Tennessee Williams. Me llamaron para dirigir esa obra. Pusieron una aviso en el diario y vinieron muchas personas al casting. Tenía que elegir a una chica para el personaje de Amanda. Me acerqué y dije ‘ella va a ser la protagonista’. Era Rachel. No la había visto nunca antes, pero de todas las actrices que se presentaron, la que me atrajo fue Rachel, por su personalidad, por su fuerza», narró.

Lo que Berliner no sabía en ese entonces era que todo era culpa del destino. «Esa fue la segunda vez que nos cruzamos. Lo había visto actuar en una obra a la que asistimos con mi papá. Terminó la función y le dije ‘¡qué bárbaro está ese hombre!’. Le pregunté si lo podíamos esperar para felicitarlo. Lo esperamos, pero no lo encontré. A los pocos días, salió en el diario que buscaban una actriz. Fui y, cuando llegué, me di cuenta de que era el actor que había visto tiempo atrás'», sumó Rachel, la inseparable mujer de Berliner.

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Nada es casual. Su vida estuvo y está signada por causalidades. Su historia de amor fue el destino. Su profesión, también. Simplemente se deja llevar y, en el viaje, no escatima ser amable, reírse lo más posible, llorar cuando es necesario y disfrutar de cada detalle. ¿Cuál es su secreto? «Soy feliz viendo un cielo con nubes, sentando en un café contemplando a las personas, mirándolas a los ojos, y hacer todo con amor».

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