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viernes, 3 mayo , 2024

Se cumplen 73 años del nacimiento de Sandro, el primer «rockstar» de América Latina

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Con un carisma pocas veces visto y una personalidad arrolladora arriba del escenario, Roberto Sánchez se convirtió en la década del ’60 en un artista con todas las letras. La vida y trayectoria del cantante que tocó el cielo con las manos y nunca olvidó sus raíces.
Carismático, dueño de una voz envidiable, gran compositor, muy buen bailarín, seductor y polémico. Estas características que bien podrían definir a cualquier rockstar de la historia de la música (pensemos en Mick Jagger, Freddie Mercury, Elvis Presley o John Lennon) le calzan a la perfección a nuestro querido Sandro. Es que «El Gitano» fue todo eso y más también…

Eran las 3 y 20 de la madrugada del domingo 19 de agosto de 1945 cuando Roberto Sánchez llegó al mundo en la Maternidad Sardá. Hijo único de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, se crió en Valentín Alsina, lugar donde pasó toda su niñez y adolescencia. Sus orígenes humildes le forjaron una personalidad especial y lo hicieron el hombre que fue después: un luchador empedernido.

Su primera presentación en público tuvo lugar el 9 de julio de 1957, cuando estaba a días de cumplir 12 años, en el marco de un acto por el Día de la Independencia en su escuela primaria. Su maestra de sexto grado, del Colegio República de Brasil de Valentín Alsina, lo motivó para que realizara una imitación de Elvis Presley, que tanto él hacía en los recreos para sus compañeros. Robertito aceptó el desafío y su performance despertó la ovación de los padres y familiares de los chicos del colegio. A partir de ese momento ya no dudó sobre qué quería hacer el resto de su vida.

Sus inicios en la música

A los 13 años dejó el secundario y empezó a trabajar. Primero fue ayudante de su padre, quien repartía vino en damajuanas, luego fue repartidor en una carnicería, posteriormente se desempeñó en una farmacia y también ofició como tornero. Esas changas le permitieron comprar a crédito su primera guitarra y, cuando no le tocaba trabajar, se dedicaba a practicar con el instrumento, a cantar y a ensayar distintos pasos de baile.

En sus comienzos incursionó en el rock al ponerse al frente de Los Caniches de Oklahoma, un grupo que formó en 1960 y con quien grabó un primer single llamado «Comiendo rosquitas calientes en el Puente Alsina».

Luego el conjunto cambiaría su nombre y pasaría a llamarse Sandro y Los de Fuego. Tenía como líder a «El Gitano», quien estaba acompañado de José Sandri en guitarra, Enrique Irigoytía en guitarra rítmica, Héctor Centurión en bajo y Armando Quiroga en batería.

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«El compromiso de Sandro con el rock and roll fue absoluto. Quedó muy pegado a la caricatura de Elvis, es cierto. Pero se despegó rápidamente. Fue el primer cantante en traer noticias de la obra de Los Beatles y de Bob Dylan y el primero en grabar sus canciones casi en simultáneo con las ediciones originales de los Estados Unidos y Gran Bretaña», analizó Mariano del Mazo en su libro Sandro. El fuego eterno.

Los de Fuego se destacaron por la vestimenta y los movimientos que hacía Sandro arriba del escenario, claramente inspirados en Elvis Presley. Sin embargo, al poco tiempo, el cantante logró alcanzar una identidad personal que lo convertiría en una de las voces latinas más conocidas. A fines de los ’60 dejó el rock and roll para inclinarse por la balada romántica, derivada del bolero; y fue allí, sin dudas, donde logró trascender.

El giro hacia la balada romántica y la explosión continental

1967 fue un año clave para Sandro porque junto a su histórico mánager Oscar Anderle, quien lo motivó para que explore el perfil «baladista» que lo acompañaría de allí en adelante, se anotó en el «Primer Festival Buenos Aires de la Canción», que se llevó a cabo en el teatro San Martín. Sin expectativas, se presentó interpretando la canción «Quiero llenarme de tí» y obtuvo el primer lugar. Ese importante premio le permitió entrar en el mercado latinoamericano.

Tres años después, en medio de una carrera que no paraba de crecer en base a la venta de discos y giras por toda la región, se dio un hito muy importante en la trayectoria del músico: sus presentaciones en el Madison Square Garden de Nueva York en abril de 1970. Actuó en dos recitales, en el recinto «Felt Forum», frente a más de 5.000 personas. Esas noches lo consagraron definitivamente como «Sandro de América».

Las crónicas de la época dicen que Sandro entró corriendo al escenario, que arrancó los shows con «Tengo»; y que se dio el tiempo para estrenar dos temas: «Se te nota» y «Te quiero tanto amada mía».

«Estoy terriblemente feliz. Cuando comience a caminar la pendiente que por fuerza debe andar todo artista y haga el balance de mis cosas, veré que esto es quizás lo más importante que me pasó en mi vida artística», diría por esos días.

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Fue un verdadero hito porque se trató del primer show de un artista latinoamericano en ese emblemático sitio. Además, dio lugar a la primera transmisión vía satélite brindada por un cantante en todo el mundo. Pero claro, la carrera de Sandro no terminaría ahí.

En 1971 reunió a 60.000 personas en el estadio de San Lorenzo de Almagro durante los carnavales y, en 1972, se transformó en el primer cantante argentino solista en presentarse en el Luna Park ante 10.000 espectadores, concierto que también fue transmitido vía satélite a toda América.

A lo largo de esa década y la siguiente siguió girando, grabando álbumes y nunca más dejaría de hacerlo. En total publicó 52 discos y vendió más de 8 millones de copias. Además protagonizó 16 películas y consiguió múltiples premios, tanto en la Argentina como en el resto del continente.

La historia de tres canciones emblemáticas

«Rosa Rosa»

El origen del tema más famoso del cantautor tiene nombre y apellido: Rosa Díaz. Ella era la empleada doméstica de la familia del productor artístico Jorge López Ruiz y fue quien inspiró la composición más emblemática de Sandro.

Roberto iba hasta la casa de López Ruiz casi todas las noches para hacer arreglos en sus canciones y conversar sobre música. En 1987, el productor recordó en una entrevista esos encuentros con el «Gitano»: «Venía en un Renault Dauphine hecho mierda porque no quería que nadie lo reconociera. Viajaba desde Lanús hasta mi casa, en Martínez, a comer y ahí me tiraba una punta de temas. Laburábamos como locos. Cada vez que grabábamos 12 temas teníamos 100 para elegir: un disparate».

Era tanta la cercanía de Sandro con ese hogar que un día, entrando en la cocina, le expresó a la empleada doméstica: «Rosa, Rosa… ¿Qué me preparaste?». En ese momento, López Ruiz le dijo: «¡Escribí un tema boludo!». El germen de la canción ya estaba: solo había que seguir la letra y ponerle música.

«Penumbras»

El propio Sandro la consideraba una de sus canciones favoritas. Con ella solía cerrar los shows y provocar el delirio absoluto de sus chicas.

«Yo salía en ese momento con una chica muy alta, cabello negro, largo, unos ojos verdes, preciosa. Había un piano, de esos que te dejan en los pasillos, y yo la miro y le digo: ‘La noche se perdió en tu pelo. La luna se aferró a tu piel…’. Y ahí seguí y salió. Se hizo una canción espontánea, sin estructura. Es medio rara, medio cuadrada en algunos momentos, pero es una canción que realmente me gusta mucho», confesó el propio Sandro en un viejo reportaje con Radio Nacional.

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«Porque yo te amo»

Este tema no era de sus preferidos y él mismo lo dijo alguna vez. «Yo no quería que lo saquen a la venta porque a mí no me gustaba. Es una historia personal y real. No me gustaba porque no pude condensar todo lo que quería decir con esa canción», contó.

Se trataba de un amor prohibido y, como él decía, «no es de hombre y caballero dar detalles de los romances».

Los 40 recitales en el Gran Rex y el nacimiento de la leyenda

Otro de los hitos de la carrera de Sandro es el récord de shows en uno de los teatros más importantes del país. Desde el 16 de octubre de 1998 hasta el 28 de febrero de 1999 lo vieron 130 mil espectadores en 80 horas arriba del escenario en total. Una cifra impresionante.

Pese a su débil estado de salud, el «Gitano» completó cada uno de los 40 conciertos y dejó todo -como era su costumbre- arriba del escenario.

Y lo justificaba así: «Muchas de las personas que están sentadas en la platea no saben si van a comer al otro día. Yo sé que hay gente que hace muchísimos esfuerzos para verme y sé que hay gente que lo deposita en la entrada. ¿Vos cómo vas a actuar? Si están entregando el alma, vos tenés que devolverlo con intereses».

Esos recitales fueron muy emotivos y dejaron en claro -una vez más- que Sandro fue, es y será uno de los artistas más importantes de la música argentina y latinoamericana.

El 4 de enero de 2010, a las 20:40, murió en el Hospital Italiano de Mendoza por un shock séptico tras haberse sometido a cinco intervenciones luego de un transplante cardiopulmonar. Ese día dejó este mundo pero nació la leyenda. Una leyenda que, con el correr de los años, se agiganta cada vez más…

Infobae – Por Gastón Calvo

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