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viernes, 26 abril , 2024

Carlos Borrello, entrenador de la Selección femenina: «Celebro este presente, pero aún hay que apuntar al trabajo formativo»

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El DT de 63 años, ya acumula más de una década al mando del combinado nacional del fútbol femenino. A un día del debut en su tercera experiencia mundialista, publicó un texto donde analizó pasado y actualidad del deporte y en el que destacó la importancia de mantener los pies sobre la tierra

Once años a lo largo de dos períodos como entrenador de la Selección argentina le brindan a Carlos Borrello la potestad como para posicionarse como una de las palabras más autorizadas del rubro.

A poco más de 24 horas del debut en su tercera Copa del Mundo como entrenador del combinado nacional, el técnico de 63 años publicó un texto en The Coaches’ Voice titulado «Todavía son primeros pasos», donde analizó el pasado y el presente del fútbol femenino argentino.

Borrello, a cargo de la Selección argentina de fútbol femenino durante los períodos 2003-12 y 2017 hasta la actualidad, recordó las dificultades que debieron atravesar las jugadoras del pasado y trazó las diferencias con la actualidad.

Además, celebró el crecimiento de la difusión que se le empezó a dar al deporte en los últimos años tanto como la profesionalización en la Argentina.

Sin embrargo, destacó la importancia de apuntalar el factor de la formación de las futbolistas, donde, según su punto de vista, se encuentra el mayor déficit del fútbol femenino en el país.

Ganador de la Copa América 2006, Borrello advirtió que los tres rivales del Grupo D del Mundial de Francia, Inglaterra, Japón y Escocia, son superiores en cuanto al desarrollo de sus equipos, pese a que confía en la actitud de la futbolista argentina.

La Copa de Francia, donde la Argentina debutará mañana, será la tercera participación mundialista de Borrello al mando del conjunto nacional

Sus comienzos: «1996. Ese fue el año en el que tuve mi primer acercamiento al fútbol femenino.

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Era de mañana, hacía frío y estábamos con mi viejo en una estación de servicio que teníamos con mi familia en la ciudad de Adrogué. Unos días antes se había decidido armar un equipo femenino en San Martín de Burzaco, un club de la zona.

Esa mañana me dijo ‘Hoy tengo que hacer cosas y no puedo ir a entrenar a las chicas, ¿Por qué no vas vos y les das algunas indicaciones?’.

Yo había terminado el curso de entrenador hacía poco tiempo y me entretenía dirigiendo a clubes de niños y equipos de empresas.

«Bueno, qué sé yo… voy», le respondí sin demasiada seguridad. No tenía prejuicios, pero no sabía con qué me iba a encontrar. Era una cosa nueva para mí.

Cuando llegué, me encontré con un plantel de chicas de todas las edades. Había unas de 16 años a la par de otras de 36. Con los primeros ejercicios, noté que la práctica debía ser parecida a la de los niños.

Había que trabajar los principios básicos: el control, el pase, ni hablar del juego aéreo.

Precisamente ese punto fue el que me terminó de seducir por completo. ‘Esto está todo por descubrirse’, me dije. Y desde entonces no paré con el mismo objetivo que tengo hasta el día de hoy: ayudarlas a que sean mejores jugadoras de fútbol».

Aprender a escuchar a la jugadora: «He tenido un sinfín de situaciones en las que notaba a la jugadora rara, sentía que algo le pasaba. Entonces, esas charlas privadas me ayudaban a poder ir descubriendo qué les ocurría a las chicas cuando se iban del entrenamiento. Qué pasaba con sus padres, las peleas con ellos por la elección que habían tomado con el deporte. También me tocó acompañar a aquellas que tuvieron que sufrir la violencia en sus propios hogares.

Una vez, con una chica, pasaron dos días de prácticas y no venía. Entonces la llamé. Me decía, ‘No, Carlos, lo que pasa es que tuve con problemas y no pude ir’. Después cuando volvía al entrenamiento, todavía tenía todo el ojo morado. La pareja la había golpeado hasta dejarla así. Y ella tenía vergüenza de venir y de que todos la viéramos de esa manera. Para poder entrenarlas, es determinante sentarse a escucharlas, conocerlas y ser paciente, siempre».

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Borrello adoptó un rol pedagógico

La imposibilidad de un blindaje: «La generación del 2006-07 fue un equipo extraordinario. Yo recuerdo haberme reunido con los dirigentes de ese momento y les dije: ‘Vamos a blindarlas con un sueldo, un trabajo, un viático, algo. Estas jugadoras son distintas a todo lo que tuvimos. Pueden darnos muchísimo’. Pero no hubo caso. Yo las llamaba para irnos de gira y la mayoría de ella me respondía: ‘Carlos, si le llego a decir a mi jefe que voy a faltar una semana porque me voy con la selección de fútbol, me responden ‘ve tranquila, pero no vuelvas más». Todas necesitaban su fuente de ingresos y ese equipo se disolvió».

Tener los pies sobre la tierra: «Afortunadamente, lo que pasó en los últimos dos años con el fútbol femenino en Argentina empezó a cambiar la historia. Yo celebro toda la difusión y visualización que se le está dando a nuestro deporte.

Y también creo que está acompañado de un cambio de paradigma cultural: antes, la familia, los padres no incentivaban a sus hijas a jugar al fútbol. Al contrario, les decían que era un juego de varones. Y hoy es todo lo contrario. Ese tabú que existía está empezando a desaparecer.

La profesionalización de nuestro fútbol femenino, que se logró en marzo de este año, es una gran conquista y es un primer paso. Al menos para buscar ese blindaje de las nuevas generaciones. Ahora, esto tiene que tener continuidad. A lo largo del tiempo hay que ajustar la parte monetaria y en paralelo hay que atender otro factor que es tan importante como el sueldo: los primeros años, la formación.

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Hoy, el gran déficit del fútbol femenino argentino radica en la formación. Y no hablo solamente de la parte técnica o deportiva (…) Algo de eso ocurre con la disciplina y el orden. En la selección nos pasa que vienen chicas de distintos clubes. Algunos equipos trabajan bien y otros no tanto y nosotros tenemos que nivelar.

Lamentablemente, en algunos clubes no se hace el trabajo de ser ordenados con los horarios y las responsabilidades. Entonces, hay alguna jugadora que te llega tarde al entrenamiento o hace lo que se le antoja. Esas chicas se toman el fútbol como quieren: ‘Da lo mismo, no pasa nada. Total, el domingo me dan la camiseta número 10 y juego igual’. Y eso hay que enseñarlo en las edades formativas».

La dificultad de enfrentarse a rivales superiores: «Hay momentos en los que se sufre mucho. Hay partidos en los que sabés que vas a entrar a la cancha y los rivales te van a sacar mucha ventaja por donde lo quieras ver. Pero yo les transmito que cada una tiene que sentir que entregó todo. Después, si el resultado es favorable, bienvenido sea. No hay que irse de la cancha sabiendo que te guardaste algo.

También somos conscientes de que toda la difusión del fútbol femenino que se generó en Argentina podrá estar acompañada por críticas muy duras en caso de que perdamos los tres partidos. Ellas ya lo saben eso. Pero, como hoy hay flores, en el futuro también podrá haber espinas. Son las reglas del juego. Si no entendemos esas reglas del juego, estamos en problemas».

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Fuente: Infobae

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