Del corralón de materiales en la Villa 31 a poseer un avión privado, campo yerbatero en Misiones e importantes inversiones inmobiliarias. Hasta que lo alcanzó el “fuego amigo” de la Unidad de Información Financiera (UIF). Luego, la reconversión en una empresa que huele a testaferro, con el apoyo de importantes funcionarios nacionales y porteños. El ascenso económico de quién llegó a ser llamado “El Lázaro Báez de Rodríguez Larreta”.
Primer acto: el gobierno porteño de Mauricio Macri prohíbe la entrada de materiales de construcción a la Villa 31. Parece una medida a favor de la planificación urbana y en contra del comercio ilegal. Segundo acto: con esto se favorece al puntero del PRO en ese asentamiento, Oscar “Gitano” Remorino, que ya tenía un corralón de materiales en “la 31” y siguió vendiendo. Tercer acto: este exitoso empresario pasa de facturarle a la Ciudad de Buenos Aires 159.000 pesos (en 2009) a $ 51 millones (entre 2012 y 2016). Cuarto acto: se compra un avión privado, campos yerbateros en Misiones, y su crecimiento patrimonial llega al 1.700% en pocos años. Quinto acto: llega el “fuego amigo” de un organismo oficial que detalla todo esto y lo sanciona. Sexto acto: el “Gitano” se esconde un poquito pero sigue haciendo negocios con el Estado Nacional y el porteño, y además inventa una empresa para que facture por él. Pasen y lean. Nombre de la obra: El “Gitano” Remorino, o cómo los políticos del PRO volvieron millonario a un empresario villero.
La prosperidad económica de Oscar “El Gitano” Remorino comenzó con una clásica maniobra PRO que, para los desmemoriados, significa Partido por una República de Oportunidades (PRO). No las hubo para millones de argentinos que los últimos tres años cayeron en la pobreza, pero sí para “El Gitano”. La maniobra fue la siguiente: con la excusa de cortar la construcción compulsiva y desordenada de viviendas en la Villa 31, la administración porteña que encabezaba Mauricio Macri prohibió el ingreso de materiales a la misma. Quién se benefició de eso fue el único que tenía un corralón de materiales dentro de este asentamiento urbano: Oscar «Gitano» Remorino.
Con la eliminación de su competencia gracias a la Administración Macri, el “Gitano” cobró los precios que se le antojaban y expandió su emporio. Un estudio de la Facultad de Arquitectura de la UBA identificó a la empresa de Remorino -Centro de Materiales de Construcción, CEMACO- como “una barraca en el interior de la villa, muy concurrida por fácil acceso y distribución”, aunque “sus precios son elevados”.
Por supuesto, el éxito de este emprendedor contó con el apoyo político de algunas figuras prominentes del partido que soñaba con gobernar la República, algo que la Argentina está experimentando en este momento. Entre los propulsores del “Gitano” se cuentan Diego Santilli, vicejefe del gobierno porteño, y Fabián Rodríguez Simón, alias “Pepín”, estratega jurídico del Presidente Macri y parlamentario del Mercosur.
El crecimiento económico del antiguo empresario villero (“le fue muy bien y ya se mudó del barrio”, dicen en “la 31”) no se detuvo. En la segunda y última gestión porteña de Mauricio Macri (2001-2015) facturó $ 45 millones con CEMACO, muy lejos de los apenas $ 159.000 del 2009, o de los $ 255.900 del año siguiente.
Si en la segunda intendencia de Macri crecieron sus negocios, con Horacio Rodríguez Larreta llegaría el crecimiento definitivo. Le alquiló a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) sus máquinas para obras, que bien las podría haber comprado. Siguió realizando obras en la Villa 31 con CEMACO, y hasta cumplió el sueño del avión propio y campo yerbatero en Misiones.
Hasta que llegó el “fuego amigo”: un informe de la Unidad de Información Financiera (UIF) describió un crecimiento patrimonial del 1.700%, retiros en efectivo del banco sin explicación alguna (por $ 17 millones), el avión, el campo yerbatero, y la definición según la cual “los gastos operativos de CEMACO superaron copiosamente los gastos inherentes al negocio”. Alcanzó con la decisión política de un funcionario, Mariano Federici, para que el organismo que dirige (la Unidad de Información Financiera, UIF) haga su trabajo, y así comenzó a cambiar la suerte de “El Gitano”. Pero no tanto.
El crecimiento acelerado de Bencen Construcciones S.R.L.
Tras el informe de la UIF sobre “El Gitano”, conocido en marzo del año pasado, como detalló Minuto de Cierre en una nota anterior
(http://www.minutodecierre.com/nota/2019-5-9-0-30-0-bencen-construcciones-la-flamante-estrella-de-la-obra-publica-portena-factura-millones-en-rubros-donde-no-tiene-experiencia-y-su-gerente-general-gana-30-000-pesos-de-sueldo), Bencen Construcciones S.R.L. pasó de tener dos socios a uno (con sus apellidos se compuso el nombre, Analía Centonze y Juan Pablo Benavides, solo quedó este último), se fue mudando de barrio (Caballito, luego Villa Devoto, ahora la coqueta barriada de La Lucila, en Olivos), y creció exponencialmente en facturación desde 2018.
Entre 2008 y 2009, según documentación a la cual accedió Minuto de Cierre, Bencen le cobró a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
-Por recolección de residuos áridos en la Villa 31: $ 3.450.929,21, distribuidos en cuatro facturas.
-Mantenimiento de la red de luminaria pública, en el mismo barrio: $ 3.836.973,55, distribuidos en cuatro facturas.
-Reparación y reacondicionamiento de 6 unidades funcionales (viviendas): por un total de $ 1.624.410,21, a razón de $ 406.102,55 por cada vivienda. Esto se cobró en un solo pago.
-Iluminación y tendido de red eléctrica: una factura por $ 532.142.
-Mantenimiento de áreas comunes y edificios de viviendas: un pago de $ 613.148,24.
En total, más de 10 millones de pesos facturados entre fines del 2018 y lo que va de este año.
Amigos PRO y la compra de un edificio de la ex SIDE
Los éxitos y las inversiones del “Gitano” Remorino trascendieron hace mucho los límites de la Villa 31. En julio del 2017, la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) oficializó el remate de tres edificios de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI, ex Side) en desuso.
Uno de ellos, muy bien ubicado dentro del Microcentro (Chacabuco 142), se lo quedó Remorino ofertando 460.000 dólares por 941 metros cuadrados de superficie cubierta. A razón 488 dólares el metros, un valor por el cual ni siquiera se consiguen terrenos en los barrios más humildes de la Ciudad de Buenos Aires. La operación fue descripta con lujo de detalles en una nota del diario Tiempo Argentino: https://www.tiempoar.com.ar/nota/el-puntero-del-pro-de-la-villa-31-compro-en-subasta-un-edificio-de-la-ex-side
Es que, si algo supo siempre Remorino, es tener amigos dentro del PRO. A tal punto que él fue clave, en septiembre del 2012, para organizar la visita del Sri Sri Ravi Shankar a la Villa 31. Aunque es un tema subterráneo, se sabe de la afición de muchos miembros del gobierno de Mauricio Macri (el mismo que demostró no saber hacer la señal de la cruz) al culto (¿o secta?) “El Arte de Vivir”, liderado por este exótico personaje.
Entre los amigos de Remorino en el PRO siempre se cuentan Fabián “Pepín” Rodríguez Simón y Diego Santilli. También la actual secretaria de Hábitat de la Nación, Marina Klemenziewicz, que en la comuna fue secretaria de Hábitat e Inclusión. Además del abogado Jaime Pereyra Iraola, colaborador de Klemezievicz a quien se lo vio pidiendo en distintos despachos porteños por CEMACO y Bencen Construcciones.
Además se cree que Diego Fernández, cuñado de Felipe Miguel, jefe de Gabinete de Ministros, es otro de los apoyos de Bencen. Es más difícil encontrarle un enemigo en el PRO al “Gitano” Remorino, que un amigo de los tantos que tiene. Algo que fue fundamental para transformarlo de vecino pudiente de la Villa 31 en próspero empresario con inversiones en todo el país.
Fuente: minutodecierre.com
