El italiano partió de Alaska en junio de 2017 con la idea de recorrer en moto todos los continentes hasta Tierra del Fuego. Pasa ahora por Mar del Plata ya en el tramo final de su aventura. Marco Bertollini junto a su moto «veritiera», así dicho por él en italiano para referir que es un vehículo muy usado, apropiado para no provocar las tentaciones al robo.
LA CAPITAL.- Está pasando por Mar del Plata un viajero muy particular. Marco Bertollini, italiano de Bolonia de 44 años, se propuso hace más de dos años recorrer todas las Américas, desde Alaska a Tierra del Fuego, viajando en su vieja moto.
Ahora, de paso por nuestra ciudad y en dirección a Villa Gesell, está próximo a concluír su aventura a poco de dos años de iniciarla.
No parece poco tiempo, considerando el vehículo, una veloz moto de alta cilindrada. Pero Marco, un “mecatronico”, como llaman en Italia al que se ocupa no sólo de reparar la mecánica sino también la electrónica de motos y autos, advierte que en su caso decir sólamente “viaje” sería reducir la experiencia.
Amante de la naturaleza y del conocer gente de las más diversas culturas, este simpático boloñes viaja mentalmente liberado por completo del factor tiempo.
Aún hoy dice que no podría precisar cuánto puede llevarle finalmente el periplo, porque tal vez pueda encontrarse con nuevos motivos para detenerse y permanecer en un lugar, como le ha sucedido ya tantas veces.
En Facebook se lo encuentra por el seudónimo de Floriano Floris. Allí pueden verse un número infinito de selfies en los paisajes más fascinantes de los continentes americanos, pero sincero aunque tal vez con una pisca de diplomacia asegura que prefiere nuestra Ruta 40, a lo largo de la cordillera, que la más aburrida Ruta 66 en los Estados Unidos.
Casi no ha entrado a las ciudades. En este aspecto, Mar del Plata es una de las excepciones. Quiso llegar aquí como gesto hacia su amigo marplatense Leo Saizar, también motorista, radicado desde hace años en España.
Suerte de “superturista”, a esta altura a Marco prácticamente le quedan muy pocos atractivos turísticos de la Argentina por conocer. Llegó a las Cataratas, recorrió la 40, visitó el Glaciar Perito Moreno, pasó a Chile, alcanzó los extremos de Tierra del Fuego y comenzó a “subir” por la costa este, hasta conocer la Patagonia durante dos meses.
Paradójicamente, después de tantos paisajes naturales, “quedándose sin aliento” o “a boca abierta” (dos expresiones bien italianas), Marco, el apasionado por los motores, quedó maravillado durante una visita al Museo Fangio en Balcarce.
Aprovechando al máximo el cambio a favor del euro, viene realizando su gran trayecto prácticamente sólo gracias a sus ahorros, habiendo realizado esporádicos trabajos, de mecánica o de carpintería, para optimizar el gasto.
En esta faceta, la económica, sólo debió enfrentar una opción fuerte cuando arribó a la ciudad argentina de Córdoba, a 11 meses de la partida en Alaska. En ese punto se había quedado prácticamente sin dinero. Un cordobés, Fernando, seguramente ahora entrañable amigo, le dio una gran mano, asistiéndolo y resguardando su moto. Y así Marco retornó a Italia para trabajar por seis meses, ahorrar nuevamente y volver a encarar la etapa final de su viaje por las Américas, que no habría de concebir completo hasta tanto no recorriera toda la Patagonia, tanto del lado chileno como del argentino.
Hoy Marco ya estará en Gesell, tal vez se dé un tiempo para incursionar en nuestras provincias de la Mesopotamia, incluyendo a Gualeguaychú en pleno Carnaval y al fin por un lado enviará desde Buenos Aires su moto de regreso a casa y él, por otro, volverá a Bologna, para vivir un futuro “cantado”: trabajar por unos meses hasta ganar los euros necesarios para alejarse en moto hacia otra aventura, ya planificada en su mente: la Ruta de la Seda, uniendo Italia con China, todo por tierra.
En unos años, un periodista en cualquier punto del planeta seguramente podría presentarlo así: Marco Bertollini, alias Floriano Floris, un italiano que recorrió el mundo en moto.
