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jueves, 28 marzo , 2024

Gracias a un comprador anónimo, el veterano de Malvinas recuperará su casco

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Finalmente, Jorge “Beto” Altieri, el veterano de la guerra de Malvinas recuperará el caso que un sitio de subastas de Londres remataba. La historia del ex combatiente sensibilizó a un benefactor anónimo que lo compró y se lo hará llegar.

La noticia de que podría recuperar su casco le llegó a través de un mensaje en su celular: “Compramos el casco, lo hicimos enviar a la embajada argentina en Londres para que lo remitan rápidamente a Buenos Aires”, decía el empresario argentino que lo compró en la subasta del sitio web eBay.

“Pensé que podía ser una broma de mal gusto”, contó Beto a La Nación, y agregó: “Pero a través de unas llamadas pude confirmar que era verdad, me emocioné mucho, pensé en mis hijos que van a poder ver el casco que me salvó la vida en Malvinas y del que tantas veces les hablé”. Por su parte, el benefactor pidió mantener su anonimato, solo avisó que lo había comprado, que lo quitó de la subasta y que llegará en pocos días al país.

La historia de Beto

Días atrás, un veterano de la Guerra de Malvinas buscaba recuperar el casco que le salvó la vida en la batalla de Monte Longdon, y que 37 años después del conflicto sería subastado en Inglaterra con una base de más de medio millón de pesos.

“Con mis compañeros combatí contra el Tercer Batallón de Paracaidistas británico en Monte Longdon donde fui alcanzado por una esquirla de una bomba inglesa que mató a varios de los nuestros e hirió a muchos y ese casco me salvó la vida”, había afirmado Jorge “Beto” Altieri.

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“La esquirla me pegó justo en la frente, e incluso en las fotos de la página de subastas se puede ver el agujero que le dejó; a mí esa herida me sacó el ojo izquierdo y perdí tejido encefálico de la zona izquierda del cerebro que coordina la conducción del brazo derecho, la pierna derecha y el habla”, describió.

Altieri apuntó, además, que “todavía recuerdo lo fría que se sentía sobre mi cara la sangre que me brotaba de la cabeza, porque en el frío de las islas todo se congelaba enseguida; mis compañeros me bajaron del monte al pueblo ni bien pudieron, allí me hicieron curaciones y el 14 de junio me replegaron al continente sin darme cuenta que el casco había quedado allá, dónde lo encontró uno de los paracaidistas ingleses que habíamos combatido en el monte”.

“Pensé que no iba a volver a ver ese casco que me salvó la vida nunca más, hasta que hace cuatro años un muchacho me informó que mi casco estaba en una subasta en internet en Londres; yo al principio no lo creí posible, pero él me mostró las fotos en las que se veía el agujero de la esquirla y la etiqueta que yo le había puesto con mi nombre y regimiento del lado de adentro”, indicó.

El veterano añadió que “mi amigo me ayudó a entrar a la subasta por internet e hicimos una oferta de 400 libras, pero faltando un minuto para el cierre este señor que ahora lo está vendiendo hizo una oferta de 800 y no nos dejó tiempo a responder”.

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“En estos años nos comunicamos con él, le contamos la historia e incluso le ofrecimos hasta mil libras por el casco, pero el primero se negó a venderlo y después nos pidió 5.000 libras que no podíamos juntar”, subrayó.

Altieri contó que “hace poco nos enteramos que sacó el casco a una subasta y que le puso una base de 10.500 libras que son algo así como medio millón de pesos nuestros, cosa que me dejó muy dolido pero que hizo que mucha gente se ponga en contacto conmigo para expresar su solidaridad”.

Altieri aclaró que “sé que hay un tratado que protege a los equipos que llevan puestos los soldados al momento del final de la guerra; el casco, el uniforme y el correaje deberían ser restituidos al soldado si esta vivo y se lo puede identificar como es este el caso, sólo de podían incautar las armas”

“Estoy esperando a ver que pasa cuando cierre la subasta, para ver si hay ofertas o en manos de quien queda el casco, pero por ahora me va a quedar sentarme en la computadora y ver las fotografías”, había dicho triste, el veterano.

Ahora “Beto” Albieri sueña con tener el casco en sus manos y lo invade la emoción. “Mi idea es que el casco forme parte de una muestra itinerante, que esté exhibido en el museo de la guerra que existe en el Regimiento 7 de La Plata o en el mismo Museo Malvinas y en cuanta muestra pueda estar”, imagina. “Va a ser muy fuerte para mí y para mi familia. Dicen que aún tiene los agujeros que le provocó la esquirla y manchas de mi sangre”. (Télam y La Nación)

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